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El año 2021 va a suponer el espaldarazo definitivo para la restauración en la costa del sur de Sant Lluís. La temporada en la que se está viendo materializada la apuesta por la calidad frente al volumen, por el cliente selectivo frente al que considera el acto de comer una gestión acomodaticia. El perfil del público está cambiando y ya no basta con tener una bella localización frente al mar para garantizarse la facturación. La regeneración es más que evidente. Ha sido sonada la reapertura de Los bucaneros por parte de los gestores Bonita Menorca -más alegrías nos van a dar en el futuro- y lo será el esperadísimo reestreno de En Caragol dentro de un par de semanas.

Un espíritu inquieto y de autoexigencia que no capitalizan únicamente los negocios que se inauguran. También hay operadores tradicionales que apuestan por progresar año tras año. Son evidentes las mejoras de esta temporada en confort, servicio y carta de Xuroy. Y hace pocos días nos sorprendía un restaurante al que seguíamos la pista desde su apertura: El Faro (Carrer de ses Cranques, s/n, 07711 Binibèquer – 971.150.443). Se ubica en Cala Torret, centro residencial que ha experimentado un notable incremento de la calidad hostelera en los últimos tiempos; sólidas propuestas como Barracuda, Salitre o el nuevo Cala Mar están aportando un salto cualitativo para atraer a locales y forasteros.

Vistas, mar y calidad

Pues bien, El Faro es el proyecto de Pedro Sánchez y Benet Guardia, un restaurador de raza y un gestor intachable, que se unieron hace un lustro para poner en marcha el restaurante que creían necesitaba aquella zona. Como compañeros de viaje escogieron bien. Nada menos que a Lluís Montiel, quien trabajó en las cocinas del legendario Rocamar entre 1982 y 1999. El dominio de Lluís es incuestionable cuando hablamos de cocina marinera, de recetas tradicionales menorquinas y ejecuciones de pescado. A Montiel le acompaña Richard Estévez, otro primer espada cuya amplísima experiencia aplica a los arroces y a un pulpo a la gallega que solo un orensano puede conseguir.

Como les decía, llevamos siguiendo la trayectoria ascendente de este restaurante desde hace cuatro años. Cada temporada han ido incorporando elaboraciones locales e ingredientes de proximidad, algo que se aprecia en la afluencia de menorquines durante el fin de semana. Lo que no ha cambiado desde el primer día es la atención al cliente -el servicio de sala dirigido por Pedro Sánchez es irreprochable- y su sensacional ubicación. Desde su terraza la panorámica es mágica: aguas de azul cristalino, niños correteando entre las rocas, algunos barcos fondeados, tranquilos bañistas de plataforma y el horizonte roto por el inconfundible faro de la Isla del Aire.

Entre Rocamar y la despensa interior

Hace unos días comencé la comida con oliaigua. Y les confieso que no suelo tomarlo fuera de casa. Me presentaron una versión profunda y reconfortante, con el punto justo de acidez de unas hortalizas no excesivamente laminadas, lo que confería justa mordida a cada tarascada. Como guarnición, unas sopas con mayor grosor de lo habitual, magníficas. Le siguieron unos caragols amb cranca guisados con enjundia, picantitos y con acertado tiempo de cocción. Como entrante son también recomendables los mejillones a la plancha y la sepia con sobrasada.

Les comentaba antes que Lluís Montiel había bregado durante casi dos décadas en el Rocamar del puerto de Mahón. Así, El Faro presenta un buen número de recetas del mítico restaurante: las suculentas berenjenas rellenas de pescado, el impecable cap-roig a la espalda, el sabroso gallo de San Pedro «a la antigua» el rape al ajo quemado o el heterodoxo filete Innsbruck. Los nostálgicos están de enhorabuena porque estos clásicos siguen vigentes y están resueltos con solvencia. También tienen predicamento entre los habituales los arroces de Richard: negro, senyoret, caldoso de bogavante o la última incorporación, el meloso de rape, gambas y zamburiñas.

Hasta veintidós platos basados en productos o recetas locales pude contar en la carta. Muy apetitosos son el calamar relleno o el perol de raya a la menorquina, con textura ajustada e intenso sabor. Y, aunque estando sentado frente al mar suelen apetecer preparaciones marinas, se presentan alternativas para los aficionados a la carne: el perol de chuletas de cordero de Menorca o los diferentes cortes -chuletón, entrecot, hamburguesa…- de angus de Menorca, el híbrido entre angus escocesa y vaca local que últimamente se comercializa. Los golosos no deberán prescindir de las delicias de la abuela o la ensaimada de crema quemada que Cas Sucrer elabora en exclusiva para El Faro.