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Sobre el chocolate, creo que no hemos hablado nunca, cuando es un alimento ampliamente consumido y es fuente de azúcar y cacao. O sea, no es solo un derivado de las semillas del cacao, sino que se le añaden distintos componentes (azúcar, leche, frutos secos, especias como vainilla y canela …) que son los que lo diferencian en su sabor, textura...

En sí, sería saludable pues existen metaanálisis que demuestran cómo este alimento tendría propiedades para reducir el riesgo cardiovascular (Buitrago-Lopez A et al, 2011) de quien lo consume y otros que lo relacionan con la prevención de    los accidentes vasculocerebrales (atac de gota en menorquín) (Larsson SC et al, 2012). Así en este último, tras    10,2 años de seguimiento de 37.103 varones (45-79 años) suecos del la cohorte del Cohort of Swedish Men (desde 1997), en los que se evaluó  el consumo de chocolate al inicio, utilizando un cuestionario autocumplimentado sobre estilos de vida y de dieta (96 alimentos y bebidas), se demostró como el mayor consumo de chocolate (consumo medio de 62,9 gr semanales) frente al menor consumo (consumo medio de 0 gr semanales, o no consumo) estaba relacionado con un 17 por ciento de menor riesgo de esta enfermedad neurológica. Y como en metaanálisis sobre esta patología    se ha demostrado que aumentan el beneficio hasta el 19 por ciento en la prevención de la misma.

Con todo, no todo son ventajas pues si por un lado el cacao es una fuente de antioxidantes, el azúcar añadido, como hemos visto en otros comentarios, es fuente de diversas patologías (Es Diari 20-07-2018).

Hoy traemos este alimento aquí por un tema distinto, y que surgió en EEUU alrededor del día de San Valentín, hace un par de meses, pues al parecer en dichas fechas se regala mucho chocolate, sobre una investigación de Consumer Reports, y    que recogieron algunas agencias de noticias médicas («News-Reuters Health Information, medscape»  24 de enero 2023).

Una revista de divulgación de la Unión de Consumidores de Estados Unidos, en el mes de enero, en la que advertía sobre la necesidad de reducir la cantidad de plomo y cadmio del chocolate amargo, pues habían detectado que los niveles de estos metales estaban anormalmente altos. Algo que cuando lo leí me sorprendió.

Y es que estos metales pesados se acumulan en diversos tejidos, en el sistema nervioso… y pueden ser causa a largo plazo de alteraciones neurológicas, inmunológicas y renales. Un riesgo que es mayor en las mujeres embarazadas y en los niños, algo parecido con lo que ocurre con el mercurio y la ingesta de pescados azules de gran tamaño como el atún...y que por ello se desaconseja su consumo en estos segmentos.

Al parecer no todos los chocolates negros de EEUU analizados tenían niveles peligrosos, pero sí un porcentaje nada desdeñable.

Y es que si bien el chocolate negro o amargo sería el que tendría menos azúcar y por tanto mayor cantidad de cacao y con ello antioxidantes, siendo a priori más saludable, el riesgo de ingerir metales pesados nos llena de inquietud.

Desconoce este médico como se encuentra este tema en España en la actualidad, pues lo último publicado al parecer de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) se refiere al 2019 y no alertó en su día sobre que los niveles de estos metales pesados pudieran suponer un riesgo para la salud,    pero no está de más que hasta que tengamos más información los niños y las mujeres embarazadas no abusen en la ingesta de este chocolate, por precaución.