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Tengo 29 años y llevo desde los 17 años (aprox.) sufriendo Trastornos de Ansiedad y Agorafobia.

Quería expresar a los lectores mi situación actual para daros a conocer lo difícil que es vivir con semejante enfermedad, y la lucha diaria que supone la misma.

Llevo años bajo tratamiento medico, años bajo consultas de especialistas (psicólogos y psiquiatras), decenas de ingresos y mi enfermedad sigue ahí, impidiéndome llevar una vida normal, a la que tanto extraño.

Esta enfermedad siempre me acompaña y se me manifiesta con una fuerte sensación de mareo constante. La ansiedad me provoca sensación de pérdida de control, dificultades para la comunicación, trastornos de pánico, muchos cambios de humor y pensamientos negativos.

Para daros una idea de cuánto me afecta, basta con deciros que no soy capaz de aguantar en una cola de un supermercado, mantener una simple conversación con una persona o incluso disfrutar de una película en el cine o una rica cena en un restaurante con mis amigos o familiares. Siempre siento ganas y necesidad de abandonar el lugar para que desaparezcan estos síntomas. Muchos especialistas me han recomendado luchar contra esa sensación y permanecer ahí aunque los mareos sean súper intensos y ya con el tiempo irán desapareciendo. Pero la verdad es que llevo ya más de 12 años luchando en una guerra continua y las ganas de seguir adelante van desapareciendo.

Mi vida laboral es un desastre, no he aguantado más de 9 meses seguidos en un mismo trabajo por lo duro que se me hace soportar esos síntomas y las migrañas diarias. Actualmente llevo desde julio de 2009 sin trabajar y sin cobrar ninguna prestación o ayuda alguna.

En noviembre me dirigí a la "Direcció d'Afers Socials" para ver si me podían ofrecer alguna ayuda económica, por muy poca que sea, y tras pasar un test psicológico me dieron un grado de discapacidad del 46%, cuando el mínimo necesario para cualquier ayuda económica debe ser no inferior al 65%. Es decir, que estoy apto para trabajar… cuando me cuesta un mundo salir al mundo real.

Actualmente me paso los días encerrado en casa y pienso en el desperdicio de vida a la que me estoy sometiendo por culpa de esta enfermedad. Quisiera poder trabajar, ganarme un sueldo, poder seguir viajando, entre muchas otras cosas, pero ahora lo único que hago es pasarme más de 18 horas diarias en la cama viendo la vida pasar por la ventana de mi habitación.

Estoy cansado de luchar por intentar ganar, porque siempre acabo perdiendo.

Por último, mostrar mi indignación e impotencia al ver que se hace poco para ayudar a la mucha gente que padece de esta enfermedad.

J. Carlos Marqués
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