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Germán Torrent se ha ido

Conocí a German Torrent al final del verano de 2004, cuando un grupo de amigos que habitualmente se reunían en el bar de La Marina del puerto de Mahón. Tenían como costumbre celebrar una comida de hermandad –esto lo deduje posteriormente con el paso del tiempo– en fecha y lugar más conveniente a la mayoría de sus miembros (alguno residente en Alemania).

Pan, sobrasada, "oli i aigua", "musclos" y algún crustáceo que otro, pero sobre todo guitarra, canciones populares –aunque alguno se atreva con el "bel canto", otros con el "O sole mio"– la voluntad es considerable. El guitarrista trata de no perderse y buscar el do, re, mi, fa, sol, … más adecuado para acompañar al espontáneo. Alguien cuenta la anécdota del día, del mes o del año, incluso hay la considerada histórica, avioneta incluida. El chiste del momento al que se le concede la carcajada o la protocolaria sonrisa (el pensamiento nos dice, ... se podría esforzar más.

Alguno ayudado a incorporarse, por algún voluntario de los comensales, una vez conseguida la verticalidad, intenta demostrar sus dotes – caducas– de seductor tratando de conquistar a la dama que desde una mesa apartada estaba observando la fiesta con una sonrisa de complicidad. Su marido, de buen grado, le insiste se una al grupo, dicha dama nos hace el honor de participar como una más a nuestra fiesta alegrando al grupo con su presencia… El marido aprovecha para fumarse un cigarrillo, tomarse un "whiskito" extra, supongo que ambas cosas se las tendría prohibidas por prudencia facultativa 8Honorato has tomado las pastillas, Honorato …ya sabéis). - ¡Prueba conseguida! …digo, conquista conseguida.

Continúa la fiesta, canciones, vino, licores no faltan, por supuesto tampoco el buen humor, el fotógrafo pulsando el botón de su máquina, recogiendo en imágenes aquellos momentos, uno casi sin dientes que intentaba dar buena cuenta a los mejillones… al final lo conseguía, el puñetero.

Una voz reclama… ¡atención! –supongo que era el jefe de protocolo–. En el centro de la reunión, alto, erguido cual "Juncal", serio, concentrado e imaginándose en el María Guerrero, un poema, voz potente, armonioso en su sonido, pausas adecuadas, sin error en el texto… momento especial. Aplausos merecidos.

Pues bien, este grupo de amigos, o parte de él, es al que un servidor se unió embarcando en "La Picua" de Germán, a finales del verano de 2004 hacía la Isla del Rey del puerto de Mahón.

Tuve la ocasión de ser su secretario, apuntando las medidas de puertas y ventanas del edificio principal de la Isla del Rey que él debía reponer. Haciéndole un resumen de los apuntes, con su sonrisa sencilla y picarona me dijo: Con un secretario como tú el éxito está asegurado.

Desde entonces nos hemos dado un sincero ¡bon dia Germán!... ¡bon dia Toni!... ¿què diu es poble? Cuando leíamos el "Menorca", tomando un café y compartiendo el paquete de Ducados.

Descansa en paz, amigo Germán… te encontramos a faltar.

Antonio García González
Maó

Caballeros de la carretera

El pasado sábado sobre las tres y media de la tarde regresaba de Maó a Mercadal por la carretera Maó a Fornells y sufrí un pequeño incidente, se me reventó una rueda del coche. Este hecho no es nadaanecdótico de no ser que yo, sin ser viejo, pues tengo sesenta años, sí que tengo problemas de movilidad y fuertes dolores por todo mi cuerpo, sobre todo para levantarme si estoy agachado. Estando en la labor de cambiar la rueda perdí el equilibrio y caí dentro de la acequia en el margen de la carretera, no lograba ponerme en pie ni siquiera con la ayuda de mi esposa que me acompañaba en ese trance. En ese momento se detuvo un coche y su conductor un señor muy amable me ayudó a ponerme en pie, le di las gracias y él siguió su camino, quedándome yo en la labor de cambiar la dichosa rueda.

No pasaron ni dos minutos cuando se paró la Guardia Civil de Tráficoy, dado que nunca estamos seguros de llevarlo todo en orden, pensé para mí "qué leches querrán estos ahora". Pues estos señores, después de saludarme, me preguntó uno de ellos si tenía algún problema con la rueda, a lo que respondí que no, pero que yo dadas mis limitaciones físicas, tardaría un poco más de lo normal y acto seguido continué con el dichoso trabajo, pero el guardia, que no me quitaba el ojo de encima, se percató de que estaba sufriendo mucho y me mandó separarme y después de ayudarme a ponerme en pie se puso ni corto ni perezoso a cambiar la rueda, cosa que hizo en pocos minutos. No satisfecho con eso, me metió la rueda reventada dentro delmaletero en el lugar adecuado para dicho efecto, con las manos sucias, pues no pude ofrecerle unos guantes.

Me preguntó si podía hacer algo más por mí, le respondí que no y después de darle las gracias continué con mi camino hacia Es Mercadal. La Guardia Civil no sólo es amable en el trato, que también, lo son en dar la ayuda necesaria a los usuarios de las carreteras. De la misma manera que se les critica en algunas ocasiones, en esta quiero alabar y felicitar la labor de estos señores que con su correcto proceder dignifican la imagen que tenemos de la Guardia Civil, una vez más, muchas gracias a todos.

Alfonso García
Es Mercadal

Menorca, en vagón de tercera y ligera de equipaje

Como ciudadana de Menorca me siento indefensa ante la situación generada por la quiebra de una aerolínea comercial y por la especulación del resto de compañías aéreas que operan en la isla, que han dejado a Menorca en una situación extraordinaria de aislamiento con la Península. Esta situación no se producía desde hacía décadas.

A mi indefensión se une la perplejidad ante la actuación de los poderes públicos encargados de tutelar y garantizar los derechos que la constitución española nos otorga.

Señores políticos, ¿acaso estamos ante un conflicto bélico, sindical o diplomático para que ustedes hablen de mediar y no utilicen el verbo garantizar lo que consagra nuestra carta magna en sus artículos 138 y 139?

Administración insular, autonómica y central les pido por favor que garanticen el transporte aéreo a Menorca como en el resto de las Islas Baleares.

Menorca no solo vive de la ocupación hotelera de los meses estivales, la economía insular en todos sus sectores puede verse gravemente afectada por estas circunstancias.

Quizás cuando reaccionemos sea demasiado tarde.

Joana Muñoz tudurí
Maó