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Volverán, volverán, volverán

Cada primavera, según reza la canción vuelven las golondrinas, y según he podido constatar también llegan las temidas "maquinitas infernales" del Consell arrasando a su paso todas las plantas y flores silvestres que crecen al lado de las carreteras de Menorca.
Esta mañana al salir de casa las he visto, en plena faena. Dejaban los arcenes pelados, tristes, sin una sola flor.

No puedo comprender qué daño hacen estas flores. Son pequeñas, no tapan la visibilidad de los coches y protegen a los vehículos, pues si uno se acercara a ellas estaría rozando la pared seca.

A su favor está, que con su color alegran los caminos y relajan la mente de las personas sensibles

Por experiencia sé que no me harán maldito caso, y que año tras año aparecerán como una maldición. Pero yo pienso continuar mi campaña para salvarlas. Tengo constancia de que con mis cartas doy voz a muchas personas que aman esta isla única, que es Menorca.

Marisol Ortín Rull
Miembro activo del Mediterranean Garden Society.
Es Castell

La aventura continúa
Hace ya más de dos años que comencé esta aventura, ¿quién me lo iba a decir? Como dice esa frase tan recurrente, "como pasa el tiempo…",.

Durante este tiempo, he vivido muchísimas experiencias, unas muy agradables, y otras no tanto…pero de todas ellas he aprendido algo, que al fin y al cabo, es de lo que se trata.¿Cómo describir en pocas palabras cómo está siendo esta aventura? Pues la verdad, que llevo un buen rato buscando y pensando adjetivos, y se me ocurren tantos y tan dispares, que no sería justo describirlo con unas pocas palabras.

No voy a ser cínico, y decir que fue todo muy fácil y sencillo. Estaba formado, eso sí, pero tan diferente es la teoría a la práctica…para según qué situaciones, no hay estudios ni formaciones que valgan, lo único válido es la práctica y las vivencias, y aprender de los errores que cometí, y de otros que seguramente cometeré, pero tengo muy claro, que de cada fallo que cometí y cometeré, aprenderé de ellos, para que no vuelvan a suceder.
Una de mis funciones es educar, enseñar, y hago todo lo posible para que así sea, pero ahora que hago reflexión y miro en el tiempo hacia atrás, debo decir, que más que ser yo el que he educado y/o enseñado, ha sido al contrario, este trabajo, y todas las personas que lo componen, tanto los profesionales como los usuarios, me han enseñado muchísimas cosas que yo antes ignoraba.

De cada uno de mis compañeros, unos que ya no están, otros que continúan, y otros que se han incorporado después que yo, he aprendido algo, he aprendido como debe ser el trato con los chicos/as, he aprendido a manejar situaciones, que sin ellos, no hubiera sido capaz de resolver, he aprendido valores…

¿Y qué decir de los usuarios? Sin duda, los protagonistas de mi aventura, y que sin desmerecer a mis compañeros, es de los que más he aprendido.

Cuando la gente me pregunta de qué trabajo, no sé muy bien qué decirles, no sé como explicarles cual es mi trabajo, y que lo entiendan, así que para resumir les digo que trabajo en una residencia para discapacitados y enfermos mentales, y la reacción más común es de sorpresa, y la frase más repetida es "¿cómo puedes trabajar ahí? Yo no podría, que miedo ¿no?" Sinceramente, esta gente me inspira algo de lástima, aunque no quede políticamente correcto, los considero algo ignorantes, pero la verdad es que no los culpo, la culpa la tiene la sociedad en la que vivimos, que a todo lo que es diferente a las normas establecidas, se lo considera raro, peligroso, extraño…

Y lo que le digo a esa gente, que miedo no tengo ninguno, miedo tengo a salir una noche y que me ocurra algo, tengo miedo de no poder pasear tranquilamente por la calle sin temor a que me roben, tengo miedo a que un día en algún cajero automático alguien me esté esperando. A este tipo de cosas son a las que yo tengo miedo, a las cosas que ocurren en esta "sociedad", y por desgracia, este tipo de cosas son aceptadas, pero eso sí, les da miedo una persona discapacitada…en definitiva, qué triste.

Y en lo referente a lo que me dice la gente, que ellos no podrían, lo comprendo, cada uno tiene sus gustos y es respetable, yo lo que no podría es trabajar ocho horas en una oficina sentado con una montaña de papeles con números, no podría trabajar en un supermercado delante de cientos de productos y colocarlos en la estantería, no podría trabajar delante de un ordenador todo el día... Todos estos trabajos son tan respetables como necesarios, pero aparte de una retribución económica, no me aportaría nada más; pero como he mencionado anteriormente, cada uno tiene sus gustos, y todos ellos respetables.

A mí lo que me aporta es trabajar con personas, vivir con ellas el día a día, estar con ellas cuando están tristes, estar con ellas cuando están alegres, reñirlas cuando es necesario, y premiarlas cuando se lo merecen.

Una de las cosas de las que me acuerdo que me decían mis profesores cuando estudiaba, es que, dentro de lo posible, no establecer vínculos afectivos con los usuarios, pero sinceramente (lo siento por mis profesores), es algo totalmente imposible, al menos para mí, es imposible no tener cariño por la gente por la que trabajo, son personas tan diferentes unas de otras, tan enigmáticas, tan nobles… por las cuáles no es posible pensar que únicamente es un trabajo.

Para terminar, me gustaría contar una anécdota que me ocurrió hace ya un tiempo, y creo que puede resumir lo que siento: Estaba haciendo una salida con los chicos, no recuerdo muy bien a dónde íbamos, pero recuerdo que estábamos en el autobús, cuando se me acercó una señora y me preguntó: ¿eres el monitor de los chicos?, y yo le dije que sí, a lo que ella me respondió "enhorabuena chico, haces un gran trabajo, y es un trabajo muy bonito", a lo que yo solo pude decirle que "muchas gracias" Es difícil describir la satisfacción que sentí en ese momento, pero creo que es la misma que siento al pensar en esta aventura.
La aventura continúa…

Pablo Sánchez Prada
Profesión: Integrador Social
Maó

En recuerdo de Lluís Guasteví

Cuando, no hace muchos meses, estuvimos charlando en tu domicilio no podía acabar de creer que los comentarios que me habían hecho acerca de tu enfermedad eran realmente ciertos, pero lo que me impactó fuertemente fue la entereza y serenidad con la que, tanto tú como tu esposa Lali, habíais aceptado el diagnóstico.Inevitablemente vienen a la memoria aquellos años en que compartimos tantos momentos musicales con The Red Trousers, los Magníficos y mucho más recientemente con la Coral Sant Antoni.El destino te ha jugado una mala pasada y te ha privado de hacer realidad tantos proyectos que tenías en mente.
Siempre te recordaremos

Juan Miguel Llull Llopis
Maó