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El puerto de Mahón, por su rica historia milenaria, ha sido y es, un gran escenario deportivo, científico, donde se conjugan varias disciplinas, teniendo al mar como su auténtico referente.
San Pedro del Pinatar, Sanlúcar de Barrameda, Ría de Lérez y Lekeitio, son lugares de nuestra geografía nacional, donde hace muchos años se practica el piragüismo.

Mi pasión por el piragüismo se lo debo a mi tío, el hoy médico, don Guillermo Albarracín Romero, que durante los años en que estuvo viviendo en Menorca, cuando podía cogía su piragua de madera, y se hacía largos paseos desde el Puerto de Mahón hasta Fornells, o Cala Galdana. Transcurrían los finales de los sesenta y principios de los setenta. Coincidiendo muchas veces con el siempre admirado y querido, el augusto don Juan Borbón, que a bordo del emblemático yate «Giralda», arribaba al puerto de Mahón, a visitar a su buen amigo y compañero de carrera, el capitán de navío, don Agustín Albarracín López.

La práctica del piragüismo siempre se inicia en edades tempranas y, a finales de los años setenta mi madre, doña María del Carmen Albarracín Romero, adquirió una piragua que tanto le apasionaba desde su llegada a Menorca a finales de los sesenta. Por desgracia esa piragua, tras un fuerte de temporal de componente este, quedó muy dañada en la zona de la Cala de San Estebán.

Posteriormente, adquirieron mis padres una piragua de fibra de vidrio con la que fui cogiendo experiencia. El piragüismo en el puerto de Mahón y, en Menorca en general, se practicaba desde hacía muchos años, pero fue a partir del año 1991, de la mano del ya fallecido, don Fernando Campuzano, que había montado hace poco en el Club Marítimo de Mahón, una escuela de piragüismo, convirtiéndose en la primera escuela de piragüismo de toda Menorca. En ese grupo de jóvenes, alrededor de unos diez, me los encontraba de vez en cuando, por el puerto de Mahón, o en el Club Deportivo Militar San Felipe, fue en uno de esos muchos encuentros cuando me vino don Fernando, para invitarme a que entrara a formar parte de la Escuela de Piragüismo, finalmente acepté y, aunque el grupo estaba empezando a dar sus primeras paladas, me acoplé rápidamente al grupo, gracias a mi larga y dilata experiencia.

Mi paso por la Escuela fue efímero, motivado por el cambio de residencia, pero dejando en la retina una grata experiencia, que con el paso de los lustros y décadas, aquellas semillas sirvieron para que se consolidara una Escuela de Piragüismo como tenemos hoy en día.

Estas reseñas vienen motivadas, porque me congratula enormemente, que vaya habiendo competiciones, como la que se celebrará el día 12 del presente mes, en el Primer trofeo Virgen del Carmen – Isla Plana de Piragüismo y Vela.