TW

A modo de presentación diré que estoy vinculado a Menorca desde 1978 y resido en ella de manera discontinua todos los meses del año.

Soy arquitecto con experiencia en el campo del urbanismo. Me considero muy sensible al medio ambiente, al paisaje y a los impactos de todo tipo que pueden alterarlos y, por supuesto, me condiciona la estética.

Me llama la atención el pertinaz goteo de cartas y declaraciones en ese diario, todas adversas, sobre lo que pretende ser una mejora, las rotondas proyectadas para la carretera Me-1, Mahón-Ciudadela, el eje viario más importante de Menorca, de un solo carril la mayor parte de su trazado y por donde circula todo el tráfico pesado de la Isla.

Todas las opiniones coinciden, con rara unanimidad, en que las salidas laterales propuestas, que también servirán de acceso al lado contrario de la carretera a través de un paso a nivel inferior, supondrán un desaguisado paisajístico y ambiental.

Agilizar las salidas e incorporaciones a un vial, el principal de Menorca y de tráfico considerable, reduce las peligrosas ralentizaciones y paradas bruscas de las filas de vehículos, lo que se conoce como 'efecto acordeón', causa de numerosos accidentes. Y eso las rotondas lo evitan.

Reducir accidentes, con su secuela de muertes, lesiones y minusvalías no es solo una medida de prudencia y una exigencia social sino también una obligación de las administraciones.
Acceder al lado contrario de una carretera por medio de pasos a diferente nivel es una solución adoptada en todas las carreteras importantes de los países desarrollados y la Me-1 es la carretera más importante de Menorca.

Facilitar al trafico una velocidad lo más constante posible supone ahorro de tiempo y combustible y reduce sustancialmente la contaminación ambiental.

Las rotondas no afectan ninguna zona protegida, es más, quedan lejos de ellas, y se pueden adoptar medidas correctoras de su impacto que es irrelevante frente al que causa la propia Me-1, con sus cerca de 500.000 metros cuadrados de ocupación de suelo. Espero que nadie pida suprimirla.

Y, en fin, un paso deprimido, si se aprovechan con un poco de habilidad las cotas del terreno natural y se juega con un poco de gracia con los materiales empleados y la jardinería no tiene, ni mucho menos, que resultar antiestético y puede incorporarse armónicamente al paisaje.

Mi opinión, en contra de la opinión publicada es que Menorca, Reserva de la Biosfera, ningún perjuicio tiene que temer de las rotondas.