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Hoy me he levantado triste y con rabia. Soy una profesional de enfermería y he trabajado cuarenta y tres años en hospitales tratando casos de polio, tuberculosis, meningitis, sida, hepatitis (que por cierto me infectaron en quirófano ayudando a un cirujano que, sin querer, me pinchó con una sutura y contagió la hepatitis B). Pero eran los tiempos en los que no se culpaba a nadie ya que se trató de «un simple accidente». Estuve diez semanas de baja. En el primer trimestre me descontaron el cincuenta por ciento del sueldo y en el segundo el setenta y cinco. Pude costearme las medicinas gracias a que vivía con mi madre y eso que trabajaba en la Seguridad Social.

Sr. Rodríguez, ya que según Vd. no se necesita un máster para enfundarse y desenfundarse un traje ¿anti-contagio?, vístase con lo que, al parecer, proclama como infalible y si no le tiemblan las manos vaya a cuidar de la Sra. Romero que, no lo olvide, se presentó voluntaria arriesgando su vida, para cuidar a dos misioneros que trajo el Gobierno en fase terminal, la más contagiosa.

No le he oído a vd. ni a ningún político responsable una frase amable con respecto a Dª. Teresa Romero. Me pregunto si alguien la ayudó en el delicadísimo proceso de desinfectar el traje en sus diversas fases al despojarse del mismo. Pienso que de haber existido esta ineludible vigilancia y ayuda preceptivas otro gallo cantaría.

La Sra. Romero está luchando en estos momentos entre la vida y la muerte, ¿por culpa de quién? Que fácil es culpar siempre al de abajo que es el que menos capacidad de defensa tiene.

Una cosa precisan vd. y quienes le aplauden: realizar urgentemente un máster en humanidad.

Eulalia Pons Vinent
Mahón