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Hace unos pocos días veía publicado en el periódico «La Vanguardia», una foto con un comentario adicional en el que distintas personalidades catalanas defendían la no realización de un proyecto de cuatro rotondas en la isla de Menorca, argumentando la importancia de preservar algo que la Isla ha tratado de defender siempre, la no alteración del ecosistema natural de la Isla que la hace muy distinta de las otras Islas Baleares, aunque la verdad sea dicha no siempre ha sido así y se puede comprobar paseando y visitando la isla. También es cierto que no se puede soplar y sorber al mismo tiempo. Es difícil encontrar la armonía entre progreso y preservar el entorno. Ahí debe aparecer la inteligencia, la tolerancia y el respeto. No obstante no voy a entrar en esta discusión, pues a pesar de que hace mas de 40 años que somos visitantes asiduos de esta maravillosa isla y además a título personal me siento muy vinculado a Menorca, conozco su pasado, me interesa su presente y por supuesto tratare de ayudar con toda la humildad si me lo piden a enfocar su futuro. También creo que deben ser los propios menorquines quienes deben decidir que hacer para mejorar su Isla y por supuesto tomarlas decisiones que consideren para mejorar su calidad de vida. De hecho, escribo estas líneas,de regreso a Barcelona después de haber asistido y por lo que me siento muy honrado, a las IV Jornadas sobre Enfermedades Raras y Discapacidad y eso también es relevante pues parece que la isla tiene mayor prevalencia en este tipo de patologías que otras regiones. Ahí si podemos ayudar, también si nos lo piden. Me niego a dar lecciones o invadir ambitos no propios sin que nadie nos invite o porque nos sintamos, por una razón u otra, acreditados a opinar. De hecho, los catalanes nos quejamos constantemente de la injerencia del Estado en temas que creemos que somos nosotros los que tenemos que decidir.

Me siento muy cercano a Menorca. Es una Isla en la que hemos vivido momentos maravillosos y también difíciles. Tenemos buenos y queridos amigos y siempre que nos los pidan nos tendrán pero creo que son ellos los que tienen que decidir. No hagamos de colonizadores. Aconsejemos pero no demos lecciones. Es una tierra muy querida, pero no es la nuestra. Nosotros la disfrutamos, pero para ellos es mucho más, son sus raíces y el futuro de sus descendientes. Es la gran paradoja de la vida, no ver la viga en nuestros ojos y ver la paja en el ojo ajeno.

Gabriel Masfurroll Lacambra
l BARCELONA