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Hoy en día, noticias como ganar un puesto de trabajo, un sorteo o terminar una carrera son simplemente celebraciones materiales o personales. En cambio un cumpleaños, un nacimiento o una desgracia son acontecimientos que merecen un día que recordar.

He tenido etapas de mi vida donde los estudios no me fueron bien, donde las aulas no significaban para mí un lugar donde aprender y donde no podía expresarme tal y como soy. Como un chico con ganas de ver, de conocer, de aprender en la práctica y de aventurar, antes de cumplir los 10 años, me apunté a la escuela de vela en el Club Marítimo de Mahón. Allí mi vida cambió por completo, con nuevas amistades que ahora son las mejores, con recuerdos de viajes y campeonatos que fueron la mejor etapa de mi vida y conociendo esa parte importante de mi que ahora tanto amo, que son los barcos.

Los estudios iban aumentando de importancia y la meta adolescente es la de estudiar mucho, sacarse una carrera y tener un buen trabajo, pero la generalización es la enemiga de mis deseos, y como en todos los ríos, hay troncos y ramas que obstaculizan el paso del agua. Finalmente después de varios trabajos de temporada de verano y de estudios en invierno, me saqué ilusionado la licencia de patrón de yate en Palma de Mallorca, donde tuve que madrugar muchos días buscando trabajo en algún yate o velero.

Volví a Menorca y conseguí trabajo de marinero en el puerto, donde la temporada pasada estuve trabajando en los ansiados amarres del Club Marítimo de Mahón, en el lugar donde tengo mis mejores recuerdos. Me gané el cariño, la confianza y un reconocimiento en mi trabajo por mi entrega y esfuerzo en la temporada baja para formar la reputación y la buena imagen que ahora tienen los amarres del CMM.

Saliendo de trabajar un día cualquiera en motocicleta decidí pasar por el puerto en vez de por Vía Ronda antes de irme a casa a comer con mis padres. Llegué a la altura de la fábrica del Gin Xoriguer cuando me propuse adelantar a un todoterreno.
Cuando solo lo había adelantado mi cuerpo, hizo un cerrado y brusco giro cruzándose en medio de la vía como si de un cambio de sentido de dos maniobras se tratase. Sin dejarme opción alguna de evitar el accidente, por mucho que al instante intentara esquivarlo, choqué y salí despedido con una voltereta. Mi siguiente recuerdo fue un duro y seco impacto en mis partes genitales con una papelera en la fachada de la fábrica.Ç

Sentado y desorientado por lo ocurrido sin entender porqué, observé mi rodilla derecha completamente blanca, color que al tocarla puede comprobar que eran mis huesos. Ya muy alterado, quise recomponer mi pierna, cuando vi como 1/3 parte de ella colgaba de los músculos e hizo del dolor aún más denso y profundo, no podía ser real. Sentado, intenté arrastrame para desencajarme de la papelera pero sin conseguirlo, ya que al apoyar mis brazos el derecho cedía al estar roto también, el dolor aumentaba por segundos. Tuve suerte cuando por casualidad el Dr. Lacueva estaba cerca y escuchó el impacto y mis gritos de dolor. Acudió de inmediato para tranquilizarme, convencerme de no quitarme el casco que tanto me agobiaba y colocarme la pierna para evitar daños mayores de los que ya eran. Los servicios sanitarios me trasladaron urgentemente al Hospital Mateu Orfila donde el Dr. Terré me operó e hizo el mejor esfuerzo para reconstruir, atornillar y grapar mi pierna y brazo.

He perdido 179 días de mi vida hasta hoy, la gran mayoría durante todo el día grapado a la cama, cambiando por completo el día a día de las personas de mi entorno, mi familia, mi pareja y mis amigos. Tenía sueños a punto de cumplir, donde la corriente de mi río estaba a punto de llegar a su cauce, pero se topó sin saber jamás ni por qué motivos con una gran presa que estancaría mi vida en un paréntesis de paciencia, reflexión y superación. Estoy mejorando día a día aunque sigo teniendo noches que no puedo dormir a causa de horrendas imágenes y pesadillas. Mis ganas de vivir son inagotables al igual que las de poder volver a tener una vida normal.

Mi motivo de hacer memoria es dar un especial y gran agradecimiento al Dr. Lacueva por su fortuita casualidad, a la chica que me sujetó de la mano para tranquilizarme, al Dr. Terré por su magnífica operación y a las personas a las que llamo «matronas» por ayudarme a volver a nacer, el equipo de enfermería y celadores: Esther, José Manuel, Ángeles S., Mª José, Marita, Alicia, José Miguel, Joan, Conchi, Carmen G., Carmen T., José N., Mª Gràcia, Maria, Ángeles H., Virginia, Pedro, Joana, Isabel P. Cati y a todas aquellas personas que en su día se preocuparon por prestarme ayuda cuando más la habré necesitado, por acudir a visitarme al hospital o por interesarse por mi estado y salud.

Una fecha cualquiera para muchos, una fecha de nacimientos o cumpleaños para otros o una fecha de elecciones a favor de la independencia de Catalunya. Para mí, el pasado domingo 9 de noviembre del 2014 a las 13.30h fue el momento en que volví a nacer, un día, que por desgracia, siempre recordaré.