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Confieso que me alegré cuando leí la noticia de la cesión, por parte de Nag Arnoldi, de una escultura para la ciudad. Maó no anda sobrada de arte, y siempre es bienvenida una incorporación. Últimamente, la mayoría de adquisiciones suelen ser objeto más de la generosidad de los artistas (como Leonardo Lucarini, por ejemplo: ¡Gracias, Leo!) que de la iniciativa de las administraciones, lastradas por la precariedad de los presupuestos y la prioridad de otras actuaciones.

En cuestiones de gustos, incluso las grandes figuras suscitan controversia. Picasso, Miró, Rodin, Barceló, Tàpies, Gargallo, Chillida, Koons, Hirst, Weiwei, Murakami, Banksy… por poner solo algunos ejemplos, no dejan indiferente. Y mucho menos generan unanimidad a la hora de juzgar o valorar su obra. Afortunadamente, diría yo, ya que todos tenemos derecho a tener nuestra opinión, aún con mayor o menor conocimiento de causa, siempre que sea efectuada con el debido respeto y consideración al artista.

Nag Arnoldi es un creador. Un artista. Y de los buenos. Sus obras se encuentran en museos, colecciones de prestigio y en ciudades de reconocida tradición cultural. Hemos tenido la suerte de que sea un enamorado de Menorca, en general, y de Mahón, en particular. Y de que sea generoso, además. Mucho. Su obra «Tre Cavalli», respetando opiniones ajenas, me parece espléndida. Rezuma vida, movimiento, energía, fuerza, tensión… Todo ello fruto de una cuidada y laboriosa ejecución, y de un lenguaje muy personal. Rezuma arte, en definitiva, en mayúsculas, y lo considero un regalo magnífico para la ciudad.

Gracias Nag Arnoldi por vuestra creatividad y generosidad. Como menorquín y mahonés, me siento orgulloso y honrado de poder contemplar esa obra en la Isla y en mi ciudad. Sei molto benvenuto. Un grande abbraccio!