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Pido perdón por cuestionarme, por dudar, por preguntarme por temer las consecuencias de esta ola de solidaridad que nos invade. ¿Por qué ahora y por qué con ellos? Vivimos en un país en el que a duras penas tratamos con nuestros vecinos de comunidad, con nuestros vecinos geográficos,  y en muchos casos hasta con nuestra propia familia. Y de pronto, nos creemos o quieren hacer creer que todos los que vienen, son sirios (que seguro los hay), que todos son refugiados de guerra (que seguro los hay), que todos son buena gente (que seguro la hay)  y que la convivencia será perfecta, (que ojalá lo sea). 

Bienvenidos los que dejan detrás la guerra y traen la paz, pero lo cierto es que Europa se ha convertido en un coladero para todo tipo de causas.  ¿O no? Un ejemplo: hace dos meses se escaparon de Yemen 1.200 personas, entre ellas,  militantes de Al Qaeda. Este mismo año el Estado Islámico anunciaba un colapso en Europa con la llegada de miles de inmigrantes.

En un país donde todavía hay cuatro millones de parados y con pocas perspectivas laborales, ahora resulta que hay dinero suficiente para dar acogida, casa, trabajo, sanidad y futuro a  miles de recién llegados.  Las ONGs recibirán liquidez. Dicen que los refugiados contarán 350 euros para gastos más 500 euros para una vivienda. ¿Por cuánto tiempo? Lo dicho: pido perdón por tanto temor pero, visto lo visto, hay muchos de aquí que ya les hubiera gustado recibir una mínima dosis de esa solidaridad.