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Queridos Reyes Magos,

Me llamo Javier y tengo 9 años. Quiero decirles que este año aquí abajo la cosa está muy, pero que muy chunga. En mi país, que se llama España, las cosas no van muy bien y, por lo que yo oigo, por el resto del mundo no van mucho mejor.

Les contaré que en mi país se ha formado un gran revuelo con los que llaman políticos; verán, los que mandan no se quieren ir porque quieren seguir mandando y los que no mandan quieren mandar, así que están todos tirándose los trastos a la cabeza y se dice que están dispuestos a hacer cualquier cosa conseguir una silla, o algo así. Yo no entiendo nada de esto porque la política es cosa de mayores, pero, como dice mi madre, deberían ponerse todos de acuerdo, y sin perder tiempo, encontrar la manera de que todos los españoles tengan trabajo y puedan dar de comer a sus familias; supongo que mi madre tiene razón. Sé que muchas familias se han quedado sin casa porque no tenían dinero para darlo al banco; otras no tienen luz en su casa o no pueden calentarse en invierno porque tampoco tienen dinero, así que, aunque yo sea solo un niño, estoy seguro de que esto se arreglaría si la gente tuviera trabajo.

He oído que hay gente que tiene mucho dinero pero roba porque quiere tener más. Yo nunca he oído que los pobres roben para poder comprar comida para su familia. En mi clase hay niños que no traen desayuno por las mañanas porque en su casa no tienen dinero, y en la escuela se lo dan; debe ser porque también hay mucha gente buena. Mi madre siempre dice que sería bueno que los pobres fueran menos pobres y los ricos menos ricos pero claro, yo no sé qué quiere decir, a lo mejor quiere decir que debería haber escuelas para los niños y niñas de todo el mundo. Una vez en mi escuela vimos una película donde niños y niñas de países muy pobres tenían que andar muchas horas por el campo para poder ir a la escuela; entonces pensé en la suerte que tenemos los niños de mi país.

Cada año en estas fechas oigo a los mayores que piden paz para el Año Nuevo, pero sabéis, también he oído decir a los mayores que algunos países venden armas a otros y que después les hacen la guerra. Yo esto no lo entiendo, pero sé que no está bien. He visto en la tele niños muertos en estas guerras, y niños corriendo y llorando solos por la calle buscando a su papá y a su mamá, y esto está muy mal, así que yo pido a los que mandan mucho que no fabriquen más armas y que no vendan las que tienen, para que se acaben las guerras.

Este año quiero pediros unas cuantas cosas que no son para mí: una niña de mi clase está en el hospital y le han rapado la cabeza porque tiene cáncer, y está muy triste; otro niño tiene una enfermedad muy rara, tan rara que no saben cómo curarle y su papá o su mamá tienen que estar día y noche despiertos a su lado porque él solito no puede hacer nada. Hay otro niño que vive en mi calle que dice que su mamá no recuerda su nombre ni le reconoce cuando le ve porque tiene una enfermedad que se pierde la memoria y se borran los recuerdos. Yo deseo que en mi país, y en el resto del mundo, ningún niño o sus papás se mueran por falta de medicinas, y que estos señores que mandan tanto y que dicen en qué hay que gastar el dinero, gasten menos en cosas que no sirven para nada y mucho más en encontrar la manera de curar a la gente enferma, o hacer que sufran menos.

Miren cómo están las cosas por aquí que algunos quieren cambiar el nombre de Navidad por «solsticio de invierno» que yo no tengo ni idea de lo que quiere decir. Este año algunos pesebres los han hecho de cartón, sin portal de belén, sin buey, ni mula ni ángel; en su lugar han puesto un papá y una mamá con un niño en brazos en la ventana, todo de cartón, como los Reyes Magos. A mí me gustaría saber a dónde se dirigirán si no hay portal de Belén. Otros han estado a punto de quitar a José del nacimiento del pesebre y dejar sola a la Virgen María porque decían que podría ser una madre soltera o algo así, no sé, una cosa muy extraña. A otros no les gustan los Reyes Magos, así que no sé cuántas cosas querían quitar de la cabalgata que tanto nos gusta a los niños, aunque al final no les han dejado. Y otros han sustituido el belén de la plaza por una cosa que se llama «bosque mágico» donde han puesto 30 árboles muy altos.

Pero ustedes, Sres. Reyes Magos, no se preocupen porque cuando lleguen este año, todos los niños y niñas de nuestro país estaremos esperándoles con la misma ilusión de siempre, y no dejaremos que nadie nos robe la Navidad.