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Las cofradías de pescadores han dado la voz de alarma. El incremento y el descontrol de la pesca creativa están poniendo en peligro a este sector y, al mismo tiempo, se han convertido en una seria amenaza para las especies marinas en aguas de Balears. Pescar es un derecho de todos los ciudadanos y una actividad saludable, pero también es un recurso cada vez más escaso por la sobreexplotación de numerosas especies.

Hay que incrementar la regulación con la limitación del número de días, prohibir aparejos peligrosos y establecer un registro de capturas. Estas medidas implican compromisos importantes para las autoridades y concretamente para el Govern, que tiene asignadas las competencias en materia de pesca. Más vigilancia y control implica responsabilidades y costes. Y prohibir no es bien visto. No obstante, el presente y el futuro de la fauna marina reclaman decisiones y actuaciones. Debemos añadir el factor de ventas de pesca no controlada en lo que constituye una práctica de economía sumergida, perjudicial para los profesionales que pagan sus impuestos. Es el momento de fijar nuevos criterios y garantizar la eficacia de la regulación.