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La decisión de la Candidatura d'Unitat Popular (CUP), con el rechazo a una nueva investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat, supone la obligada convocatoria de elecciones autonómicas en Catalunya para el mes de marzo. La única opción que lo impediría es la presentación de un candidato alternativo por parte de Junts pel Sí. Lo sucedido durante estos tres meses, con el ya famoso empate técnico 1.515-1.515 en la asamblea de Sabadell, abre numerosas incógnitas sobre la viabilidad del proceso independendista catalán. Significados líderes expresaban ayer su decepción.

Los diputados de la CUP –al menos dos- eran imprescindibles para que prosperase la continuidad de Artur Mas en la presidencia de la Generalitat, a pesar de haber concurrido en cuarto puesto en la candidatura de Junts pel Sí encabezada por Raül Romeva. En la decisión final ha prevalecido el rechazo a Mas, que se ha convertido en el gran problema.

Falta ahora saber si Artur Mas cede y renuncia a la investidura, lo que abrirá las puertas a nuevas elecciones, o bien si aún opta a presentarse para obtener la confianza del Parlament de Catalunya elegido el 27 de septiembre. En conjunto, un escenario lleno de incógnitas que agudiza la incertidumbre y añade nuevas tensiones en la sociedad, la política y la economía españolas.