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En una sesión histórica, el Parlament balear aprobó por unanimidad la ley que pone fin a la discrimianción de gays, lesbianas , transexuales, bisexuales e intersexuales en todos los ámbitos sociales y administrativos. Tal conquista llega muchas décadas después de las primeras declaraciones de los derechos humanos y del reconocimiento de que todas las personas son iguales ante la ley. Pero ahora ha llegado la declaración antidiscriminatoria explícita para estos colectivos. Es un avance que llega demasiado tarde. Las humillaciones sufridas por estos colectivos desde tiempos inmemoriales no tienen nombre.

La raíz histórica de la brutal discriminación de estos colectivos tiene su orígen en el fanatismo que impuso la represión a toda la población, fuese cual fuese su tendencia sexual. Homosexuales, bisexuales y personas que actuaban diferente porque sentían diferente fueron perseguidos, vejados, humillados y en el mejor de los casos empujados a la clandestinidad.

Las actuales generciones, ya libres de tabús, prejuicios y represiones por razón de la tendencia sexual, deben recordar el ejemplo de los que con valor y dignidad proclamaron en público su condición  homosexual,  rasgando así para siempre las cortinas de la opresión y del miedo.