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Cuando, en 2004, un médico menorquín, el doctor Jordi Moya Riera, decidió organizar la primera edición de Sine Dolore fue tachado de visionario e incluso de iluso. Hoy, trece años después, aquella iniciativa se ha consolidado y hoy Menorca es una isla pionera al acoger el primer parque mundial contra el dolor.

Aquel proyecto se ha convertido en un encuentro científico multidisciplinar, cita obligada para los profesionales, organismos y empresas que combaten el dolor crónico.

Lo más difícil, y por tanto lo más importante que ha conseguido el equipo del doctor Moya, ha sido dar visibilidad a lo que, hasta hace unos años, era invisible: el dolor en sus distintas patologías y dolencias.

Cuando Sine Dolore ha alcanzado el éxito, en contra de los pronósticos de quienes la recibieron con escepticismo y reticencias, es el momento de reivindicar su menorquinidad y reclamar que se siga celebrando en Menorca. El Sine Dolore World Park y el Multidisciplinary Mediterranean Pain Forum han situado a Menorca en el mapa del dolor.

De ahí, la gran importancia de la fundación que protegerá esta cita profesional anual, genuinamente menorquina.