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El asesinato de Sacramento Roca, apuñalada por su expareja en un centro comercial de Palma, pone de manifiesto la necesidad de seguir trabajando para erradicar la lacra de la violencia machista. Esta nueva muerte constituye un fracaso de toda la sociedad y la constatación de que hay quienes aún entienden las relaciones de pareja en clave de una posesión personal para cometer irracionales acciones violentas cuando fracasan.

Cuándo y en qué momento se pierde el juicio y sale el monstruo asesino carece de respuesta, pero exige medidas, tanto de educación como de prevención, que han vuelto a fallar. Es cierto que se ha avanzado mucho contra el machismo, pero todavía quedo mucho por hacer.

España es uno de los países europeos con más conciencia social en la lucha contra las agresiones machistas y la violencia de género, pero hay que seguir perseverando -sobre todo desde los centros escolares- hasta lograr la total erradicación de estos comportamientos, que aún aceptan determinadas personas. Existe un machismo crónico que siempre encuentra alguna explicación a los comportamientos más aberrantes. Sacramento Roca debe ser la última víctima de esta lacra social.