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Estaba previsto que Pedro Sánchez perdería la primera votación del debate de investidura, pero no de esta forma. El candidato socialista solo consiguió el apoyo de su grupo (123 síes) y del único diputado del Partido Regionalista de Cantabria frente a 170 noes y 52 abstenciones. Es el resultado de un debate mal planteado y de cómo han gestionado los socialistas las negociaciones con Unidas Podemos, que de ‘aliado preferente’ ha pasado a socio humillado. El presidente del Gobierno en funciones ha transmitido que deseaba unas nuevas elecciones generales.

En España no hay tradición de gobiernos de coalición al frente del Estado. Es cuestión de cultura política, y así se lo han reprochado varios portavoces, desde Ana Oramas, que lo tildó de «soberbio», a Joan Baldoví, que lo llamó «pésimo negociador». Al PSOE solo le queda la carta de Podemos, al que no se le puede ofrecer una vicepresidencia ‘florero’ y dos ministerios ‘inventados’. Otro grave error de Sánchez ha sido omitir la cuestión catalana.

Quedan menos de 48 horas para que PSOE y UP se pongan de acuerdo. En caso contrario, habrá que esperar a septiembre o unas nuevas elecciones.