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El Gobierno de España hace todo lo que puede para contener el coronavirus, sin duda. Que pudiera haber actuado con mayor celeridad o eficiencia es algo plausible, porque su gestión ha dejado al descubierto errores o incongruencias difíciles de ocultar. Una de las más significativas es la dificultad para articular una respuesta del Estado en su conjunto. Hay presidentes autonómicos que no han querido desentender sus competencias y han originado conflictos inexplicables.

Es el caso de la Comunidad de Madrid, que ha comprado material sanitario a China por un importe de 23,3 millones de euros. Debería ser el Ministerio quien se ocupara de esas provisiones.Otra incongruencia de la crisis: la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, aseguró que resultan «difíciles del entender» las críticas porque no se ha decretado el cierre total de la actividad económica. Según ella, ese cierre existe, y la producción se limita a los servicios esenciales y a la lucha contra el coronavirus. Pero el sector de la construcción, industrias que nada tiene que ver con los servicios esenciales ni con la pandemia, y la banca están operativos. Decir que lo hacen para evitar problemas a los mayores es sorprendente, porque podrían ajustar los horarios de atención. También sorprende la locuacidad del presidente Pedro Sánchez, que debe comparecer, pero solo si es necesario. Su intervención la noche el sábado fue gratuita, no dijo nada nuevo.