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El Govern dio a conocer ayer otro paquete de restricciones para tratar de contener los contagios de la covid-19. El objetivo, ahora, es afrontar las prevenciones en los centros escolares y el ocio infantil en el ámbito familiar. El cierre de las áreas de juegos en los parques infantiles públicos, durante las próximas dos semanas, así como las reducciones de aforos en los centros de ocio y excursiones conforman un escenario muy similar al que ya se vivió durante las fases de desescalada. El avance de la segunda ola de la pandemia obliga a endurecer y ampliar las medidas.

Pero estas decisiones generan un efecto contrario al deseado, que debería ser transmitir certezas para tranquilizar a la población. Sin embargo, se constata una improvisación preocupante, que revela una ausencia de planificación previa. Los datos que de Balears no invitan al optimismo. Los ciudadanos asisten incrédulos a una catarata de acciones que requieren importantes dosis de confianza con los gestores públicos. Hay que evitar la ruptura de este vínculo imprescindible con los responsables sanitarios en una circunstancias tan complejas como las actuales. Los últimos perjudicados son los más pequeños.