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El Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias anuncia ahora que el Rey viajará el viernes a Barcelona para entregar unos premios y visitar la Zona Franca.

Esta cita tan intrascendente adquiere hoy un relevante contenido político porque hace dos semanas no le dejó asistir a la entrega de despachos a los nuevos jueces en esa misma ciudad. El Ejecutivo PSOE-Podemos consideró que crispaba el ambiente por el aniversario del 1-O y la sentencia que ha inhabilitado a Quim Torra como presidente. El jefe del Estado ha de ejercer sus funciones en todo el país. Felipe VI arbitra y modera las instituciones, y sus actos deben ser refrendados por el Gobierno. Pero las cosas se han hecho mal.

El Rey tenía que haber ido a Barcelona el 25 de septiembre. Las razones del Ejecutivo al vetarle son ridículas. La oposición, con su defensa de la institución monárquica pareció apuntalar a un jefe del Estado en situación de debilidad. No estuvo afortunado el Rey al llamar al presidente del Tribunal Constitucional para lamentar su ausencia.

Despropósito tras despropósito, Podemos y los independentistas erosionan la figura del Monarca, ganan perfil ideológico y dañan las estructuras del Estado, que son su objetivo y fin último.