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El desorbitado precio de la energía eléctrica, que sigue escalando nuevos récords, ocasiona un severo impacto en la cesta de la compra. El efecto cascada es imparable y las familias ya notan no sólo el aumento en la factura de la luz, también sus efectos colaterales. La ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, anunció el lunes en el Congreso que las subidas continuarán hasta final de año con una estimación del 25 por ciento.

El resultado será el repunte en la inflación. Tratar de escudarse en la normativa europea para justificar estos incremento, como dice el presidente Pedro Sánchez, es una falacia. Muchos países de la UE mantienen el precio de la electricidad dentro de unos márgenes de contención, lo que confirma la situación anómala en la que se encuentra el sector en España con el modelo de subasta.

Con una factura eléctrica desbocada, aumenta el precio de numerosos productos y servicios, en especial los que conforman la cesta de la compra, con productos de primera necesidad. Empresas y autónomos ya están repercutiendo el aumento de la electricidad. Todo ello con una crisis sanitaria pendiente de resolver, lo que genera un cóctel económico y social explosivo.