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El Consorcio Insular de Disciplina en Suelo Rústico corre de nuevo el riesgo de perder una parte de su función, con la salida del Ayuntamiento de Es Migjorn y la advertencia de Alaior de que se está planteando la misma opción. Un consorcio insular ha de incorporar como condición fundamental a todos los municipios. En el caso de la disciplina urbanística en suelo rústico tiene incluso más sentido considerar la Isla como una única unidad, donde se han de aplicar los mismos criterios y normas. Un consorcio es un organismo técnico, donde no cabe una gestión basada en criterios políticos. Un consorcio debe servir para una mayor agilidad administrativa y para una reducción de los costes. Por eso no tienen sentido las dinámicos que lo disgregan.

Tanto si el motivo de la división es político, ya que los dos ayuntamientos críticos son los gobernados por el PP, como por discrepancias de funcionamiento, la separación no está justificada. Se hace necesario que lo que motiva división se trate en el propio consorcio o en la junta de alcaldes para alcanzar acuerdos y potenciar su actividad.

Un territorio insular de ocho municipios no puede permitirse tantos vaivenes.