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La conmemoración, hoy, del Día Internacional de la Mujer se celebra bajo el signo de la división en el feminismo español por el enfrentamiento entre el PSOE y Unidas Podemos, ambos situados en la izquierda, aliados en el Gobierno y, al mismo tiempo, adversarios políticos. Este enfrentamiento, agudizado por las discrepancias en torno a la reforma de la ley de libertad sexual –conocida como la del ‘sí es sí’–, no debe enturbiar el objetivo de poner fin a cualquier tipo de discriminación para las mujeres en la sociedad.

La proposición del PSOE para rectificar una norma que ha reducido las condenas a 730 delincuentes sexuales y 74 han sido excarcelados ha desembocado en una escalada de descalificaciones mutuas, aunque no supondrá el fin de la alianza que mantiene a Pedro Sánchez en La Moncloa. Una situación que perjudica tanto a PSOE como Unidas Podemos. El espíritu del 8-M sigue vigente a pesar de estos desacuerdos, y queda todavía mucho por recorrer en el camino de la superación de las desigualdades entre hombres y mujeres, cuya dimensión más dramática es la violencia machista que sigue incrustada hoy en la sociedad. Son demasiadas las cuestiones que siguen pendientes de resolver o con una aplicación todavía parcial, como la igualdad de oportunidades o la conciliación familiar efectiva. El 8-M sigue vivo y es necesario.