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La sentencia en primera instancia que permite a Mercè Rubio volver a la presidencia de la Fundació Rubió Tudurí Andrómaco no da la razón a nadie, porque no valora la situación de conflicto interno ni los motivos para la moción de censura. Emite un fallo favorable a los intereses de la hija del mecenas por una importante cuestión de forma. La sentencia tiene varias lecturas. Una de ellas, más general, se refiere a que, en base a la legislación sobre fundaciones, para el cese de un patrono no basta un acuerdo mayoritario, por razonado que esté, sino que debe producirse una resolución judicial. Existe, por tanto, una disyuntiva que habrá que resolver. O bien la presidenta y los patronos optan por llegar a acuerdos que permitan a la Fundació recuperar sus objetivos o se mantiene e intensifica el conflicto en instancias judiciales. Ambas opciones son legítimas, aunque habría que poner un límite temporal a la acción en los juzgados. Después de esta sentencia se abren interrogantes sobre la gestión de la Fundació y cuál va a ser la actitud de los patronos, posiblemente cansados de tanta polémica. Quizás el mejor efecto del fallo debería ser la oportunidad de encontrar una salida justa sin pasar por las tristes salas de vistas judiciales.