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Es casi seguro que el señor Rajoy no gane las próximas elecciones. Lo más probable es que las pierda el señor Zapatero. Dicho esto así, parece una perogrullada.

Pues mire, no, ustedes me entenderán si se lo explico un poco. El señor Rajoy no tiene al día de hoy un programa que ilusione al votante para ganar las próximas elecciones. Es más, probablemente no tiene ni programa, razón por la cual no presenta una moción de censura, pero no porque la tenga perdida.

El señor González se la presentó al gobierno de la UCD y la perdió, pero le sirvió para presentar al país desde el Parlamento la situación en la que se estaba. Y aquello le valió para ganar luego las elecciones.

Al PP, y a la cabeza el señor Rajoy, les sería muy difícil ganar las elecciones meramente desde su programa político. Lo cierto en este momento es que el que está haciendo méritos para perder las próximas elecciones es el señor Zapatero y su gobierno, o dicho más en puridad, más que ganar las elecciones el señor Rajoy, las puede perder, de seguir así las cosas, el señor Zapatero. Por eso hace muy bien Rajoy en no hacer nada. La estrategia le está dando la razón, le basta con dejar a Zapatero que se vaya evaporando en su propia salsa.

Rajoy ha descubierto que Zapatero tropieza con los problemas demasiadas veces, e intentando arreglarlos, acaba por tropezar consigo mismo. Yo me pregunto para qué utiliza el presidente ese verdadero enjambre de asesores que tiene, si al final, por poner un ejemplo, un tema tan de mirarse con lupa como es la jubilación, ha sido presentado en sus inicios más como una ocurrencia que como una idea. A Rajoy le basta y le sobra con la forma de gobernar del actual gobierno. Además sabe que al no hacer nada, en nada puede equivocarse. Rajoy podrá ir seguramente a la Moncloa, no por aciertos propios, si no por los desaciertos ajenos. Rajoy espera a que Zapatero se santigüe, porque intuye que puede sacarse un ojo.

Quedan dos años para las elecciones legislativas. El PSOE abriga la esperanza de que la actual situación mejore, pero hoy por hoy, lo cierto es que está empeorando a días vista. Tanto es ello así que nadie medianamente informado puede asegurar que no lleguemos a los 5 millones de desocupados. Un país con ese lastre no puede mejorar sus resultados macroeconómicos a nivel social, y tampoco a nivel gubernamental. De modo que aparte de la deuda del común de los españoles, se incrementará la deuda del estado.

Todo ese negro horizonte se puede poner más pesimista a fuerza de meteduras de pata, como por ejemplo, la última del señor Bono, que esta es la hora que no alcanzo a entender como un presidente de nuestro Parlamento puede meterse en semejante jardín, como es comparar la ficha de Ronaldo, jugador del Real Madrid, con lo que nos cuestan a los españoles los diputados. Semejante despropósito no es otra cosa que pasarse una docena de pueblos. Esa ocurrencia sumada a un sin fin de otras tan inoportunas como absurdas, no hacen sino crear descrédito a un gobierno que en el espacio de un año ha pasado en intención de voto, de estar 4 ó 5 puntos por delante del PP a estar por detrás en esa misma diferencia.

Sin duda, éste es el gobierno de la democracia, que yo recuerde, que más se ha corregido a sí mismo: un ministro dice un día una cosa y al día siguiente va otro y dice lo contrario. Demasiados detalles, demasiados gestos en contra como ha sido el de la última votación parlamentaria para eliminar cargos públicos, a lo que el PSOE se ha opuesto, cuando lo lógico en tiempos de una crisis como en la que estamos instalados, es dar ejemplos, empezando estos por el gobierno, y una buena y eficaz manera es descargarse de tanto y tanto y tanto salario por cargos de confianza, que al rebufo de la política, en España han proliferado más que los hongos.

El PSOE desde el ecuador de la legislatura, debe mirar con lupa los dos años que restan hasta las próximas elecciones. Toda equivocación que cometan se convierte inmediatamente en futuros votos para su máximo rival político.