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Sigo yo con aquello de reflexionar sobre libros que me he leído y esta vez no he podido evitar acordarme de "Vaya país: cómo nos ven los corresponsales de prensa extranjera" de Werner Herzog. Resumiendo brevemente: recopila aquellas cuestiones que más sorprenden a periodistas extranjeros trabajando en nuestro país sobre el carácter español y su cultura. Habla, entre otras cosas, de un uso egocéntrico del lenguaje, por ejemplo, decir "me examino" o "me opero" en vez de "me examinan" o "me operan" y es que los corresponsales aseguran que el ciudadano español "se lo hace todo él mismo".

No sé si esta afirmación (y la mayoría de las que aparecen en el libro) se debe a una caída en tópicos 'peliculeros' o porque en realidad hay motivos evidentes. Véase el uso (o intento de uso) del inglés. Sea por pereza o no, el caso es que no nos dignamos pronunciar como debemos ni los productos que se anuncian en televisión. Ejemplos fáciles: afterbite o babybel.

¿Cómo es posible que las empresas no se quieran arriesgar a que se pronuncien correctamente estas palabras en los anuncios por miedo a que luego el consumidor no sepa encontrarlos en el supermercado? Y como estos dos, se podrían poner mil ejemplos. Si al final van a tener razón en aquello de "Spain is different" ... pero no precisamente en lo que la mayoría de nosotros pensamos.