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Un repaso a la hemeroteca suele ser, además de necesario, implacable cuando se trata de recordar promesas incumplidas y proyectos pendientes. Y es que titulares como "El Hospital Militar ya es historia", publicado en este diario en noviembre de 2006, con la esperanza de que su enunciado se cumpliera, mueven a la risa floja. La demolición total del antiguo edificio no llega, pese a que hace también cuatro años, y ya ha llovido desde entonces, el Ayuntamiento de Maó aprobó un estudio de detalle que permitía el desarrollo urbanístico de la zona. El supermercado anunciado en 2007 hace tiempo que funciona, pero el inmueble, cerrado en 1995, sigue ahí, a la entrada de la ciudad, primera y deplorable impresión para los que llegan desde el aeropuerto. No hace mucho un lector se quejaba, creo que acertadamente, de que parecía una zona en guerra, una especie de Sarajevo, y es sorprendente que, pese a lo estricto de las normativas y de la disciplina urbanística en otros ámbitos, nadie tenga la competencia o el deber de instar su demolición. Mientras tanto, entre las pintadas, un 'pikachu' yonqui, de ojos extraviados, se enseñorea de la fachada y grita "cranca", mientras esgrime su jeringuilla. Es la didáctica imagen que cada día pueden ver todos los escolares que cruzan el puente de La Salle para acudir a clase.