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Nadie duda de que José Blanco, titular de Fomento, está siendo el gran descubrimiento del presidente tras su entrada en el Gobierno, en la presente legislatura, y tras haber sido "sólo" secretario de organización, primero, y portavoz y vicesecretario del Partido socialista, posteriormente. Algunas de sus actuaciones, como la decidida para recortar la generosidad de muchos de sus antecesores en Fomento hacia los controladores aéreos, aunque esté ahora en manos de los jueces, por razón del recurso de los técnicos del aire, ya lo habían lanzado a la fama como "eficaz y valiente".

En realidad, Blanco es el que más brilla, de los tres representantes que Zapatero designó para negociar el acuerdo con los grupos parlamentarios para salir "consensuadamente" -con acuerdos consensuados- de la crisis. Parece que el reparto de tareas es claro, entre Miguel Sebastián, José Blanco y Elena Salgado: a la vicepresidenta le corresponde, como es lógico, la dirección del equipo y la interlocución con sus "oponentes", particularmente en materia técnica. Y frente a Sebastián, que parece el gran callado, o el gran mudo, y hasta el ausente de estas reuniones, a Blanco parece haberle correspondido la tarea de portavoz, consciente probablemente de que una eficaz portavocía -como pudo comprobar antes de que lo sustituyera Leire Pajín- puede llegar a ser un elemento determinante ante cualquier cuestión o materia. Pues bien, desde esa prolongación de su tarea de portavoz, Blanco ha venido "gestionando" el desarrollo y la evolución de los encuentros del Palacio de Zurbano, como este mismo domingo cabía deducir de sus declaraciones a varios periódicos: El acuerdo con la oposición está al alcance de nuestra mano, decía a Público. Y a La Razón, manifestaba: Nuestro plan de austeridad es más ambicioso que reducir altos cargos. España ha vivido una revolución creciente de derechos y una revolución menguante de ingresos. Creo que deberíamos avanzar en la despolitización de las cajas. El PP ha moderado sus críticas. Y con eso queremos quedarnos. El ajuste fiscal que propone el PP es incompatible con la reducción del déficit.

Posiciones, por cierto, bastante alejadas de las que, también en las últimas horas, han expuesto otros participantes en esos diálogos del palacete Zurbano. Por ejemplo, Durán i Lleida, que sostiene que "ni el PP ni el PSOE tienen gran interés en que se forje el acuerdo". O el propio Cristóbal Montoro, quien afirma que "el gobierno no ha sido capaz de elaborar una política económica capaz para encauzar las energías del país. Y que "ante todo, tenemos que sanear las cuentas públicas, las de todas las administraciones.

Blanco ha comprobado en sus anteriores funciones la capacidad del portavoz con autoridad, con desparpajo, con conocimiento de causa. Es un avanzadísimo "aprendiz de brujo".