TW
0

No se ustedes, pero yo no estoy ni a favor ni en contra de las corridas de toros como fiesta nacional en sí. Estoy en contra del sufrimiento que padecen esos animales y que muchos se beneficien de ello. Las corridas de toros deberían mantenerse pero bajo un signo totalmente distinto, como lo hacen en otros países donde al animal no se le clavan banderillas y al final, se le devuelve al redil, sólo se le torea en el más puro sentido de la palabra. Pero como somos un país de múltiples autonomías, en cada una de ellas se ha formado un jurado y cada uno dará su veredicto en algo que debería ser una decisión única y a nivel nacional. Pero entre usted y yo debo confesarle que, a mí, las cornadas que realmente me preocupan son las que da la vida, las que te dan por los cuatro costados. Me preocupan las del paro, las de los cataclismos, las de la inseguridad ciudadana, las de la miseria extrema y lejana y la más cercana, la falta de valores y de miras sin horizontes claros, las de los malos ejemplos por parte de quienes manejan los hilos de nuestra existencia, la profunda carcoma de las corrupciones, la falta de profesionalidad y decoro de quienes teniendo el poder, hacen y deshacen a su antojo rompiendo en mil pedazos vidas sueños e ilusiones y sobre todo me duele, ser muchas veces simple espectador en las gradas de esa gran plaza que es la vida y verme incapaz de agitar pañuelo, saltar al ruedo y pedir que me devuelvan el dinero porque esa corrida no va conmigo.