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Y las niñas saltaban, una y otra vez, mientras otras dos iban girando con la mano sin soltarla, un trozo de cuerda, que alguno de sus familiares les había proporcionado, para sus juegos. Al saltar, se cantaban canciones adecuadas, como acompañamiento. Hoy, es posible se encuentren entre las cosas pijas. Ayer fueron, graciosas .

Los juegos infantiles, al igual que las modas, se dividían según las épocas del año. No representaba lo mismo durante los calurosos veranos o en los fríos días de invierno.

Precisamente, aquella barriada, tan propicia a ser azotada, por fuertes vendavales, evitando la comunicación entre el vecindario infantil, debiendo permanecer, encerrados en sus hogares pes carrer no hi havia qui i anigués, feia un fret que pelava.

Un buen punto de reunión, la entrada del garaje número 27 de la calle de santa Catalina. Las puertas de aquel lugar disponían de dos grandes ventanales o "finestrons" de quita y pon. Dando entrada a la luz natural. Gori, para dar un ambiente más cálido, encendía sa fornal , mezclando entre el carbón que compraba en la carbonería de casa Salom, esquina con la de santa Teresa y la Concepción , ramas de romero, perfumando el lugar . Aquel "romaní" , junto a la manzanilla que bajaba de la Mola, olía diferente, a las otras especies que se encontraban en otros lugares. Es posible que sea una deducción mía, pero siempre pensé lo mismo.

A pesar de ser un taller mecánico, aquel hombre era tan exageradamente limpio, pulcro, ordenado y cuantos calificativos se encuentren en el diccionario sobre el particular, que donava guts.Ni tan siquiera, cabía la remota posibilidad de ensuciarte de grasa .

La amplitud de la estancia daba para jugar a la cuerda e incluso a la charanga. Esta quedaba pintada durante semanas.

Junto a la pared, un tablero que sostenía varias latas de aceite, las quitábamos, aprovechando la tabla a modo de fogones. Jugar a las cocinitas, intentando ocupar el papel de madre, era el no va más.

¿Quién de ustedes, ha podido olvidar, la mezcla de macarrones, con arroz y quatre fideus esquius o lo que fuese, mezclados o sin mezclar daba para mucho. Por supuesto, jamás faltaba, ni la regaliz, ni la botella de gaseosa, llena de agua.

De postre, siempre lo mismo, algo que agradaba, a todas por igual. Las deliciosas perlitas de colores variados, azucaradas con un grato sabor, dulzón. Ses perletas representaban para los mahoneses, lo que las violetas para los madrileños.

El parchís, sobre una improvisada mesa. Hacia las veces una de aquellas cajas, en que la casa Pla de Barcelona , enviaba culatas rectificadas, servían perfectamente , mientras las niñas ocupábamos, sillitas de mimbre, que tan primorosas hacían en la tienda del mismo nombre des Camí des Castell. Aprovecho para mandar un saludo a mi amiga Tinita Vadell, hija de aquella casa y a su esposo, con el cual fuimos vecinos, su madre y su abuela eran encantadoras.
Continuando con aquel garaje, añadir, que de haber, algún coche para arreglar, resultaba ideal, convirtiéndolo en casita, sentadas cómodamente, vestíamos y peinábamos a las muñecas.

En uno de mis capítulos infantiles, se encuentra que en cierta ocasión, me quede dormida com un xot .

Aquel día, al finalizar la jornada, Gori, se despidió de sus operarios , Gili i Toni. tras quitar las cristaleras ,cerro las manecillas de las luces y subió a su hogar, que se encontraba en los altos del taller. Mamá Teresa, preguntó ¿ y la niña ? ... En aquel momento fue cuando se dieron cuenta que algo extraño sucedía, bajando rápidamente, abrió y allí estaba na Margariteta petita dormida plácidamente, estirada en el mullido asiento trasero del coche del farmacéutico, don Juan Mir Llambías, socio de sa formatgera.

Es una más de las anécdotas, que jamás se olvida, nada tiene de particular, pero todos guardamos algunas.

Los recortables, también se encontraron, entre los entretenimientos más bonitos. Mi primer libro de lecturas, obsequio que recibí de mis padres el día del libro de 1951, aun hoy, guarda a las muñecas y sus vestidos debidamente recortados. No quiero ni pretendo repetirme, porque ya lo dije en otras ocasiones, en su reverso llevan los nombres de mis amigas. En lo alto de la pagina 11, escrito a lápiz, se puede leer... Carmen Diaz Ponseti 7 años. En la siguiente Pilarín 8, en la 15 Magdalena. Las tres hermanas, siempre muy queridas, por la hija del mecánico de la Mola.

Por cierto, casualidades de la vida, hicieron que Minchu,fuese una de las catequistas de mi querida nieta Judith. Fue como recibir una bendición, de mi Dios, ya que catequistas las puede haber a "cascarrells", pero que verdaderamente tengan vocación y puedan dar ejemplo de lo que enseñan... muy pocas, según Prexèdies, poquísimas.

Continuo hojeando el libro de Edel Vives, y leo a las hermanas Serrano, Asunción y Conchi, Mari Luz Pastor. Mando un beso a mi querida Pepita Borrás, que pasa una difícil prueba, dándonos a todos, una lección a seguir, sin protestar, con resignación, siempre acompañada de su Ulises y sus hijas, que junto a las nietas, el dolor se hace más llevadero.

Las tómbolas o rifas, junto a los bautizos y otras celebraciones, eran propias del verano.

Al igual que los cosos taurinos, la placeta de San Roque, disponía de sol y sombra. Esta se encontraba junto a los números impares. Los portales preferidos, serian los de la casa Florit ca´n Guingo y la de las Diaz. El domicilio del señor Antonio, mecánico de la motora número 2, muy destacado en su oficio, tenía el taller, en la misma esquina con la de santa Catalina, resultaba algo más estrecho, el de la familia Martorell muy bajo, mientras en el de Marieta Gomila, tan sólo cabían dos.

La tómbola, consistía en objetos varios. Cromos repetidos, tebeos, dedetés, Pulgarcitos, cuentos de hadas, que tanto fascinaban a las niñas con los dibujos de Ana Pascual. Pulseras y alhajas de auténtica bisutería, secantes, plumas, todo se aceptaba, juguetes de todas clases. Revistas que entregaban las madres, ideales para recortar. Recuerdo las Blanco y Negro y El Hogar y la Moda. De las que salían auténticas familias y mobiliarios que una vez recortados, se pegaban en cartones, una feinada amén de imaginación e ingenio, si se tiene en cuenta la corta edad del grupo.

Los precios de los vales, confeccionados por las niñas, se elaboraban en un trozo de papel, escritos a lápiz e incluso coloreados con pinturas Alpino. Eran muy económicos, aquella prole infantil de bien poco disponía y lo poco que obtenían con el negocio, se destinaba a un improvisado convite. Pero antes de continuar con el banquete decir, que algunos niños, participaban en la compra de los tickets para participar en la tómbola. Algo raro, ya que ellos jugaban per una banda i noltros per s'altra. Excepto, en vísperas de San Juan, en que todos íbamos a una, como los de Ovejuna, captando y recogiendo enseres de la vecindad, para obtener una destacada fogata que se encendía en el rellano de la antigua Motorizada. Para los jóvenes, describirles que se encontraba en el actual aparcamiento, junto la "barana" , la residencia sanitaria y el edificio rojo que mira al mar en la calle Bellavista.

Disculparán, no continúe con el sabroso convite, a base del especial delicatessen confeccionado para deleitarse los niños de mi barriada. Pero me encuentro a las seis de la tarde de un domingo que ha sido tan soleado que no me ha permitido hacer los deberes y a ellos debo dedicarme, de lo contrario, el señor Gomila me posarà un bolo.