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Hablar de turismo es un tema tabú para muchos en esta isla Turismo evoca imágenes de playas desbordadas, construcciones desmesuradas, gente por doquier, destrucción del entorno, discotecas, problemas, inseguridad…

Pero realmente, ¿quién no está de acuerdo en que hablar de Turismo en Menorca es hablar de trabajo, hablar de futuro, hablar de nuestros hijos…?

Ya no somos una isla unida a la imagen de El Caserío, o de Catisa o de los helados La Menorquina. ¿Qué industria nos queda?
Los zapateros se esfuerzan y siguen pero su mano de obra se encuentra allá, donde sale el sol.

Desde que la CEE abrió sus puertas a España, quedó claro que el papel de esta en la Comunidad sería dentro del Tercer Sector, es decir, del sector servicios, es decir: Turismo.

El Turismo no tiene por qué ser un enemigo. Un Turismo responsable, medido, guiado, un Turismo ecológico, medioambiental, cultural… Menorca tiene posibilidades de mantener su entorno eso es lo que la mayoría, todos los que vivimos aquí, queremos. El GOB de cerca, vigilante.

Podemos tener invitados en nuestra casa, con nuestras costumbres y normas. Ofrecerles nuestros encantos y no por ello perder lo que tenemos.

Hoy en día la corriente humana busca tranquilidad, busca la naturaleza, huye de las prisas, de los coches, de la comida rápida, de los compromisos sociales. Busca, no lo dudemos, salir de un entorno masivo y ralentizar el tiempo.

Y no quieren carreteras espectaculares para llegar al punto más lejano a 45 km. Y no quieren llegar al aeropuerto en 5 minutos en vez de en 10. Les gustan los caminos perdidos, las vacas en las "tanques", creer que descubren un sendero por donde nadie pasó. Les gusta oír la historia apasionante que se esconde en la Isla del Rey, o en el Castillo de San Felipe, o en La Mola o en la grandiosa Ciudadela. Les gusta imaginar qué pasó en tiempos muy lejanos en las Taulas, en las Navetas. Quieren tomar el sol en playas escondidas y recónditas donde les haya costado incluso llegar.

Y quieren ver sonrisas, ser bien tratados porque vienen a visitarnos, a dejarse su dinero aquí y no en otro sitio. Porque quieren descansar y buscan un paraíso con el que soñar el resto del año para seguir manteniéndose vivos.

Tenemos mucho deporte que ofrecer, aventura, cultura, historia, teatro, conciertos, ópera, gastronomía, playa, sol. Y muchos, en esta línea que podemos sacar a la luz, ¿o no sabemos que tenemos un sacerdote a punto de ser canonizado, que nació y vivió aquí? ¿No sabemos que Barbarroja tiene una historia apasionante que desempolvar? ¿y qué decir de los Corsarios y Piratas? ¿Hablamos de la época talayótica, de las energías que se mueven en sus entornos para aquellos miles de personas que querrían descubrirlas? ¿Hemos mirado al cielo limpio del verano y nos hemos puesto a disertar sobre él? ¿Recorrer el Camí de Cavalls con grupos reducidos, guiados y respetuosos?, ¿las torres árabes vigías?, ¿el castillo de Santa Águeda?

Podríamos liderar la sensibilización y conocimiento de los jóvenes sobre el medio ambiente, el campo y la naturaleza.
Nuestro potencial turístico puesto en manos de los chinos y con la imaginación de los americanos, seguro que se convertiría en un maná.

Eso sí, cuidado con los turistas bárbaros, que también los hay y que tienen la llave de entrada a través del "todo incluido" del paquete barato que al final se verán obligados los hoteleros a vender para sobrevivir. Ahí, ahí es donde deberemos tener cuidado.

Deberíamos ser protagonistas de nuestro propio producto, bautizarle con nombre propio y trabajar en esa línea. ¿Qué tal si empezamos a ver al turista como una oportunidad y no como una amenaza? ¿Qué tal si los llamarlos "visitantes" o "clientes" en vez de "turistas"?

Pónganse los emprendedores a tejer ideas productivas que lleven a proyectos atractivos y atrayentes para unos visitantes gentiles que nos permitan generar tejido económico y seguir cuidando esta maravillosa isla.

Pónganse los políticos a abrir sus mentes y encontrar puntos de encuentro.

¡A trabajar!