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Para romper una piedra, hay que golpearla con algo, por lo menos, tan duro como ella.
Para destrozar la honra basta con la palabra.
José Mª Pons Muñoz

Mala cosa, muy mala cosa es que en España, a cualquiera que se le ocurra, pueda lanzar las acusaciones que le vengan en gana, por más que éstas fulminen la honradez ajena y la honradez de una vida es una biografía que cuesta dios y ayuda. Sin embargo acabar con ella es tan fácil como injusto, basta con la injuria interesada, basta con sembrar cizaña, con fabular miserias aunque sean éstas, a veces, más propias para quien acusa que para quien resulta acusado.

El día en que en París se celebraba el funeral multitudinario por el primer policía francés presuntamente asesinado por ETA, va Mayor Oreja y sin pararse en otras prudencias ni consideraciones, como si estuviera en poder de la verdad, en poder de datos y conocimientos que relacionan al gobierno actual de España con una negociación con ETA, dice cosas tan graves como eso, como que el gobierno va a ayudar a ETA en las elecciones municipales y luego será ETA quien le devuelva el favor ayudando a Zapatero a ganar las elecciones generales. No conforme con semejantes afirmaciones añadió que el presidente del gobierno y ETA son aliados potenciales. Decir eso sin tener pruebas debería ser algo que se pague judicialmente muy caro porque son afirmaciones que rebasan lo inaudito, lo tolerable, sobre todo, y repito, cuando se dicen sin aportar pruebas. Porque vamos a ver, señor Oreja, si usted tiene pruebas de lo que ha dicho debería, antes que ninguna otra cosa, acudir al juzgado que le pille más cerca y poner su acusación y sus pruebas en conocimiento de la justicia. Lo que no puede hacerse es lo que usted ha hecho, soltar públicamente unas acusaciones sobre un presidente del gobierno de España en ejercicio. Creo que a usted no se le alcanza la gravedad de lo que ha afirmado, porque si lo que usted dice fuera verdad, el presidente del gobierno debería presentar automáticamente su carta de dimisión. Pero si lo suyo resultase ser un falso testimonio, una gravísima acusación gratuita, usted, señor Oreja, debería por higiene democrática ser fulminantemente apartado de la vida política porque fabuladores mal intencionados, farsantes y marrulleros es lo que también le sobra a la política. Mire: un día mantuvo usted, en la primera legislatura de Zapatero, que lo que éste y su gobierno pretendían, y lo que ETA estaba dispuesta a negociar en aquel loable intento de acabar con el problema del terrorismo, estaba destinado al fracaso, cosa que en verdad poca gente de la política por aquellos días se atrevía a decir. Y acertó usted, pero sepa que no fue el único. Hubo también observadores que no dábamos un céntimo de euro por aquella negociación. Acudiendo a las hemerotecas en las mismas páginas de este periódico, puede volverse a leer que algunos decíamos lo mismo que usted. ¿Pero sabe una cosa? Aquel acierto le está jugando una mala pasada. Intenta usted acertar de nuevo. ¿Sabe por qué le juega una mala pasada? Pues porque una persona normal siempre se recupera de un fracaso mientras que un prepotente o un resentido jamás se recupera de un éxito. Y usted tiene una de esas dolencias o las dos juntas.

Lo malo, lo intolerable de acusar sin pruebas con acusaciones tan graves, es que en España salga gratuito y lo hemos visto por lo que ya dijo la secretaria general de su partido, la señora Cospedal, cuando el verano pasado (2009) se le ocurrió la ocurrencia de decir que el gobierno les espiaba a ustedes aprovechándose del aparato policial a su servicio. En aquella fecha ya decíamos en estas páginas, que de ser verdad lo que afirmaba la señora Cospedal, Zapatero y su gobierno deberían haber dimitido, pero de no ser verdad, la señora Cospedal debió haber sido expulsada de su partido y de la política de forma expeditiva y añadíamos: ¿a qué no pasará nada? Pues no debió pasar nada porque Zapatero y Cospedal siguen ocupando y ocupándose de lo mismo que el año pasado. En América, por una cosa como la que denunciaba la señora Cospedal, le costó la presidencia de EEUU a un tal Nixon, don Richard, aunque a lo mejor, ni la señora Cospedal ni el señor Oreja han oído hablar del caso Watergate.

¿Le va a pasar algo, en el aspecto político, naturalmente, como castigo al señor Mayor Oreja? Me apuesto la barba a que no.