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En apenas dos semanas han coincidido la declaración judicial de Jaume Matas y la apertura del sumario de la trama Gürtel, dos episodios de corrupción cuyo calado sonroja al ciudadano, desacredita la actividad política y pone en entredicho en particular al PP, la organización directamente implicada en ambos casos. La explicación oficial del partido atribuye la culpa a conductas personales que se han aprovechado de su estructura de poder en las instituciones e intenta salvar la higiene de la formación política, una estrategia lícita que, sin embargo, cuestiona la figura del tesorero Luis Bárcenas y la lógica sospecha de financiación irregular y la amplia red de cargos públicos enumerados en el sumario.

En ese contexto de acoso judicial y ante la contundencia de los hechos, el presidente del PP ni debe delegar en otros las explicaciones pertinentes ni puede demorar la adopción de medidas ejemplares para corregir la gestión del partido y enderezar la imagen del mismo ante la opinión pública. Mariano Rajoy se enfrenta al peor momento de su liderazgo y ha de afrontar la situación con valentía para evitar más deterioro. Cierto que la corrupción no es exclusiva del PP como partido político pero en estos momentos le acorrala.