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La época de los automovilistas fue un periodo demasiado brillante para que caiga en el olvido. De ahí que fueran fundándose en los años cincuenta, museos de viejos automóviles, campeonatos de ralys, salidas por las modernas carreteras españolas, removiéndose viejos archivos fotográficos, donde los nietos y biznietos, gozaban de las fotografías de sus antepasados. Personajes ataviados con la vestimenta propia para viajar.

Haciendo acto de contrición, observo que guardo, muy a mi pesar, cierto rencor, rabia o impotencia hacia ciertas personas, que supieron, fer la voga a mi padre en gloria esté. Privándome de lo que por derecho me pertenecía y que hoy no puedo, mostrarles. Los hubo que pidieron tal favor, con la condición que lo devolverían i no ho van tornar mai.

Cuantos le conocieron y fueron asiduos del taller de la calle de Santa Catalina 27 de esta ciudad recordarán, que en aquel lugar se encontraba de todo cuanto uno buscaba, con la particularidad, que gracias a su manera de ser, tan tocat i posat, podía mostrarlo acto seguido, fue su lema… una cosa para cada sitio y un sitio para cada cosa. Pues bien, los amantes de los vetustos automóviles que no cito y dejo de nombrar amén de que me los se de memoria, con demasiada frecuencia lo visitaban, haciéndole la rosca, interesándose por los inicios de los coches en la isla. De paso ,como quien no quiere la cosa, siempre pedían unos, con la condición de devolverlo, otros pidiendo, insistiendo, comprometiendo. Él que de tan bueno, era tambor, no sabia decir que no. Así fue como desaparecieron infinidad de repuestos que hoy serían interesantísimos, bocinas, muchas de ellas con el soporte de plata, hechos por el señor Gelabert de la calle Ramis. Cuadros también del mismo metal con los indicadores de velocidad, gasolina, presión, etc. Cajas para las herramientas que llevaban sobre el bancal para subir al interior, catálogos, fotografías, postales, sin olvidar una preciosa y a la vez que antigua espada de la época de los árabes en la isla, que un catalán con más palique que otra cosa, la colgó en su casa. Tras comprometerlo y hasta incluso exigiéndole, prometiéndole una pieza que según el le haría y que jamás llegó. No es lo mismo recibir que entregar.

Ahora recuerdo, que uno de los individuos que mes li va despullar es prestatge era muy aficionado amén de los coches antiguos, a la caza. Siempre que se llevaba cosas, por supuesto gratis, le decía… Gori, quan vagi a caçar, li duré una perdiu, pero la perdiz nunca llego. A buen seguro, su falta de palabra y poca gratitud volaban tan alto que jamás supo quedar com un homo. Un día que fue a comprar "sofre" a su establecimiento, para esparcir en la puerta de la calle perquè es cans no pixassin tuvo la poca delicadeza, por no llamarlo tal como se merecería, de cobrárselo. Me imagino comprenderán mi pataleo y el disgusto que le supuso aquel hombre al que tantísimas cosas había entregado, per no sebre dir que no.

Mas la cosa ya no tiene arreglo y, como no les puedo mostrar lo que tanto desearía, me conformaré escribiendo cómo continuó aquel mundo de los chóferes.

Entre unos y otros se han ido reconstruyendo. Hay infinidad de habilidosos que han fet virgueries, no tan sólo gracias a fotografías sino que también a dibujos a color realizados con amor por Pierre Dumont, a mi modesto entender el mejor. Los coches que el ha resucitado son reproducción fiel de los más preciados, de Peugeot, Panhard, Renault, Hispano Suiza, Delage, Voisin, Isota, Fraschini, Fiat, Lancia, Itala, Rolls Royce Daimler, Mercedes, Duesenberg, Cadillac y de otras firmas también dignas de mención del periodo, como diría el mecánico de la motora, 1900-1939.

Continuaba mi padre dictándome… di que eran piezas únicas, rarísimas, hasta 1914 aquellos lujosos coches se vendían sin chasis. El fabricante tan sólo pensaba en la velocidad.

Pasaron los años, los unos fueron aprendiendo de los otros, modernizándose, haciéndose precisos, por muchas cosas, entre ellas, dar a entender su posición social. Las calles se llenaron, llegando a ser necesaria la política automovilística, no podía continuar aquell desgavell, cadescú anava per on volia. Alguien escribió un libro al que tituló "Breviaire du Chauffeur". Tal cual, en francés, las cosas de calidad siempre se escribían en aquel idioma. Muy pronto, en la Tipografía Mahonesa de la calle Nueva, esquina con la de Santo Cristo , se puso a la venta un manual titulado"Para los Automovilistas.- Reglamento de Circulación Urbana, e Interurbana". Reglamento para la circulación de vehículos con motor mecánico por las vías públicas de España. Precio de cada uno: 50 céntimos. (Entre las cosas desaparecidas, tal como me exclamaba más arriba, se encontraba nou de trinca dicho manual )

Con la nueva reglamentación se hizo preciso el permiso de conducción. Tarjeta del coche. Tras adquirir el mismo, en las prefecturas de cada provincia, en papel sellado tras pagar sesenta céntimos, adjuntando petición y dos fotografías sin pegar, dirigiéndose el escrito al señor alcalde, se solicitaba el permiso para poder circular. Se hacia un examen para la obtención del certificado de capacidad para la conducción. tothom aprovava.
Tengo en mi poder un pliegue de papel, en el que a contraluz se observa el escudo de España y una aureola que se lee: Timbre del estado. A la derecha en la parte inferior: La Gelidense S.A. Se trata del primer documento acreditativo para conducir. Dice así:
Certifico: Que siendo el que suscribe Ingeniero Inspector de Automóviles de la isla de Menorca, le fue expedido a don Gregorio Caules Llull, el carnet número setecientos uno de conductor de primera clase de automóviles con fecha quince de Enero de mil novecientos treinta y uno. Firmado por el mismo señor.

Las placas del coche, debían de colocarse de manera que fuesen fácilmente visibles y bajo planos verticales perpendiculares al eje longitudinal del coche. Se exigía que a la placa posterior durante la noche se iluminara por reflexión, con una intensidad que permita leer el número de orden a las mismas distancias que durante el día. Sin embargo, durante la noche se podrá substituir dicha placa posterior por un farol que ilumine, por transparencia, un cristal esmerilado recubierto por una placa adjunta, de modo que los caracteres constituyendo el número se destaquen en claro sobre fondo oscuro y sean de las mismas dimensiones que la placa.

Otro requisito, según reglamento, decía : Todo automóvil, debe llevar en caracteres bien visibles, sobre una placa, el nombre del constructor, la indicación del modelo y el número de orden de serie del modelo y sobre otra placa, el nombre y domicilio del propietario.

Por aquellas mismas fechas una nota de la alcaldía de Mahón, publicó el siguiente escrito bajo el titulo de: Correcciones impuestas por esta Alcaldía.- Multa de 25 pesetas a los señores Vilafranca y Cardona, por transitar por las calles de esta ciudad un automóvil correo de su propiedad con la luz posterior apagada.

Multa de 25 pesetas a don Jaime Villalonga, conductor de automóvil número 6.864 por transitar por la calle de Prieto y Caules con los focos de gran intensidad encendidos.

Me imagino, que no todo serian multas y accidentes, muchos de ellos de poca monta. Precisamente los chóferes, tenían fama de ser los que mejor conocían los bares y casas de comidas, también las tabernas donde se daban cita es millors glosadors .

Del mismo periódico, copio textualmente : Casa Juan Barber.- El ex conserje del Consey, se complace en comunicar a sus antiguos clientes y favorecedores y al público en general que desde el día 24 del corriente, víspera de Navidad de 1928, abre un servicio de comidas en la calle de san Roque número 19. Cocina de primer orden. Se admiten abonados y encargos particulares. Se sirve a domicilio.