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Todos sabemos la definición, nos la enseñaron hasta la saciedad cuando éramos unos imberbes mozalbetes. Hoy, ya maduros, más por edad que por conocimientos ciertos, se nos dice que, una isla, es una porción de tierra rodeada de pegas administrativas por todas partes. Eso parece ser lo que está acaeciendo en la "Isla del Rey" con la exigencia por parte de nuestro consistorio en solicitar unas tasas por la ayuda de 300.000 € donados por el Govern Balear a la fundación. Yo ya me temía que con el paso del tiempo, para algunos burócratas más afanados en la letra que en el espíritu de las cosas, eso de que existiera una isla dentro de otra no estaba muy claro, y a ver dónde se iba a ir el dinerito. Menos mal que la responsable de Medio Ambiente (que no significa que sólo lo sea del cincuenta por cien del ambiente), la Sra. Petrus, aclara la situación diciendo que el cauce de la solicitud/recepción no había sido el correcto y que por consiguiente, los Robinson Crusoe de la Isla del Hospital pasan a ser considerados promotores, denominación esta conocida por todos antes del trágico "ladrillazo". Sra, Petrus, que todos sabemos que eso no es así y que si la "letra" del cauce a seguir era otro, el espíritu de ese mismo cauce nos dice todo lo contrario. Convendría rectificar, que además es de sabios y cuanto antes, que no está el horno para bollos, no sea que la Fundación o lo que es lo mismo, los voluntarios que desde el primer día la están sudando e invirtiendo horas y sacrificios, le pasen a nuestro consistorio una suculenta factura por las obras realizadas en aras del bien municipal (materiales e IVA no incluidos, claro).