Salón de actos del Ayuntamiento de Mahón. El alcalde Ramón Homs, dando la bienvenida al Presidente de la Generalitat Jordi Pujol - Archivo M. Caules

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Un hermoso crucifijo presidía el salón de plenos de nuestro querido ayuntamiento. La semana pasada amén del Cristo, acompañaba la fotografía del entonces jefe del estado, el generalísimo Franco.

Tal vez porque somos gente del campo, porque nuestros estudios no llegaron más allá del instituto de la plaza de San Francisco, no comprendemos, el actual afán de intentar borrar el pasado.

Por supuesto, que ningún monarca, o jefe de estado, reinó o gobernó a gusto de todos. La prueba es bien clara. Si dentro de unos años, a alguien se le ocurre llamar a la plaza de la Constitución, sa plaça d'en Sabater en homenaje al actual presidente, otros lo eliminaran, alegando no es merecedor o porque no les va el catalán. Así es la vida. Unos ponen y otros quitan.

Al igual que un padre de doce hijos, es imposible lo haga bien para todos. Unos protestarán por esto, mientras otros remuguen per una altra cosa. Como los cocineros que van embarcados uns o troben salat i els altres massa fat, aclariu açò.

El paso de la historia debe escribirse tal como sucedió, lo que no comprendemos que se intente ir arrancando sus páginas. Digo arrancar, como podría decir derribar estatuas, eliminar nombres de calles y plazas. Y por favor, que nadie me cuelgue el cartel de facha porque no lo tolero, eso sí que no per aquí no hi pas. Pero admiro, otras culturas, que al visitarlas, se pueden contemplar el paso del ayer.

El titular De quita y pon, puede servir para infinidad de temas. En este caso lo usaré, para detallar, antiguos comercios de nuestra ciudad, ya que según como se mire en otro tiempo aquellas casas sirvieron para una u otra prestación, y a lo largo de los años han llegado a cobijar Déu sap quantes coses.

Me traslado a la calle Nueva a principios del siglo XX.

En los números 17 y 18, La Suiza del señor Jaime Pons Sintes (el auténtico denominado como el Santo) apodo que heredó uno de sus empleados, padre de mi buen amigo residente en Alicante, Fernando Sintes Obrador, primer economista menorquín.
Se trataba de una prestigiosa joyería y relojería, que curiosamente en 1909, vendió las primeras motocicletas.

He averiguado, que a la farmacia de la cual tantas veces he hablado y que mas tardé paso a ser del señor Valls, se la llamaba Farmacia Victoria.

La competencia, en la venta de motocicletas se encontraba en la calle del Castillo 27, donde el señor P. Sturla disponía de un taller. Entre las marcas mas prestigiosas de aquella casa, se encontraba la Allrignt, con una fuerza de 2 HP.

En el número 2 de la misma calle se encontraba un comercio bajo el nombre del Cronómetro, relojería del señor Lozano Pastor.

Los Catalanes, fueron una familia afincada en nuestra ciudad, en el 44 de la misma calle. Despachaban al público artículos de punto, paños de cocina, telas de las que actualmente denominaríamos para el hogar, preciosas cretonas estampadas para cortinas.

Parece ser que en la esquina de la calle Castillo con la de las Vacas, se encontraba la pastelería La Juncosa, de don Francisco Tortosa Gomila. Más tarde sería casa Adrián.
Bajando hacia la plaza del Carmen 13, José Riudavets, dedicado a la compra de metales.

Al llegar la Navidad, en la misma plaza, se despachaban turrones y pavos. Colocándose en la misma calle ses modenes provistas de genero de la época.

Las señoras más distinguidas, de posición elevada, debieron ser clientas de la corsetería La Barcelonesa de la calle del Rosario 11. Dicha señora se llamaba María Rodamilans de Gasso. Encara no ho tenc ben aclarit, pero a medida que voy descubriendo, la tal señora Rodamilans llegó a nuestra ciudad siendo modista de un grupo operístico, és per aclarir-ho prest.

Los caballeros disponían de infinidad de barberías entre las cuales se abrió la del señor Antonio Hernández en la calle de Hannover 7. Muy cerca se encontraba La Palma. Su primer propietario, Antonio Riudavets Amengual contaba con pastelería, chocolatería, fábrica de pastas, (macarrones, fideos, maravilla, tiburones, todas las clases imaginables, ellos las fabricaban). También disponían de tostador de café. Aquel comercio, especializado en ultramarinos de lujo, botellería con los mejores licores, vinos y champanes.

Otra tienda especializada en vinos y licores, fue la del señor Francisco León Corantí, situada en la calle de Isabel II, esquina con la plaza de San Francisco. Es posible fuese el mismo local que durante muchísimos años regentó en Vicent de sa Creu d'en Ramis.
Y más tarde su hijo Lorenzo Pons, que lamentablemente, falleció quan ancara tenia molt de camí per recorrer.

Atravesando la ciudad, me sitúo en la calle de Bellavista, donde Onofre Andreu, atendía una tienda, especializada en la venta de recortes de jabón y aceite.

En la calle de Santa Catalina 6, la taberna de Salvador Font. En el sótano Miguel Medina vendía carbón vegetal. Mientras atendía a diversidad de niños y niñas, que con habilidad desenfitava.

Muy cerca de la carbonería, en la calle de la Concepción 27, otro comercio, el de Eulalia Guasch, tenia fama de vender productos de buenas marcas a buenos precios, entre ellos, galletas, licores, aceite, jabón... En la casa medianera, Bernardo Molina, tenía una tienda muy pequeña, aquet feia lo que podia.

Beatriz Orfila, era la propietaria del número 29, famoso bodegón, donde jamás faltaban ni las habas tostadas, ni los cacahuetes.

El comercio mayor y más conocido de la calle de la Concepción se encontraba en el número 22, de Juan León.

Una tienda muy humilde, en la calle de santa Rosa 6, de Silvestre Soler, vecino del convento de las religiosas carmelitas.

Y por último en este día recordar el número 2 de la calle de san Sebastián, donde se hallaba una factoría de utensilios, aceite de Andalucía y Tortosa, carbón, petróleo, harina, entre infinidad de productos que disponían al por mayor.