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Es que no había otro en la Isla del Rey. Resguardado de la tramontana por la Casa del Director constituía un magnifico ejemplar de pino mediterráneo. Era "el pino", lo único entero y vivo que encontramos en 2004 cuando iniciamos nuestra aventura alrededor del antiguo hospital. El pino era referencia, era porte, era verdor, era sombra.

Recordamos que Jaume Roca, este corazón menorquín atrincherado en alma catalana lo podó con mimo para evitar que algunas de sus ramas dañasen el próximo tejado. Jaume trabajó con arnés y cuerdas de rapel, porque el pino, además de fornido y hermoso, era alto.
Pero en la madrugada del lunes al martes 4 de Mayo, un "cap de fibló" que sacudió Menorca se lo llevó puesto. Sus raíces reblandecidas por las fuertes lluvias no resistieron la fuerza del viento y nuestro amigo se desplomó. Y lo hizo sin herir, sin romper nada. Como un buen amigo, no quiso darnos más trabajo que el de serrar sus ramas que servirán para dar calor de hogar en los inviernos a nuestro Bep Prim, el alcalde pedáneo, gobernador, y pastor de almas de la Isla. Según Juan Cubas, un alma de poeta metida en el cuerpo de un místico. Para otros, menos místico. Pero le queremos.

No llevamos buena racha últimamente. Estamos buscando remos porque pronto no podremos pagar la gasolina. El cable eléctrico no se tiende porque es prácticamente imposible superar determinadas burocracias. El cable, con fibra óptica incorporada, lleva desde septiembre en Menorca gracias a la eficaz ayuda de Red Eléctrica Española. No conseguimos desbloquear el problema. Aun se discute si somos "illa" (urbana, habitada) o "illot" (deshabitada, ANEI) y si la Demarcación de Costas del Estado tiene responsabilidades en 20 o en 100 metros perimetrales de su superficie. Los suficientes galgos o podencos para colapsar nuestras gestiones.

No llevábamos buena racha, cuando otra peor se llevó el pino.

Séneca nos dejó escrito que "no hay vientos favorables para quienes no tienen claro el rumbo"

La verdad, es que los vientos no nos son favorables. Pero tenemos claro el rumbo. Lo seguiremos, aunque echaremos de menos la presencia de un pino singular, el pino de la Isla del Rey.