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Son muchas las semanas, que vengo hablando del automóvil, sin intención de repetirme, he de decir, que este nació con un sello de privilegio, o mejor, de vehículo para privilegiados, como dijo el periodista de un rotativo de la época.

A medida que se le fue puliendo, utilizando, convirtiendo en carruaje de lujo, se hizo más patente, se advirtió mejor que solamente las minorías acaudaladas podrían ir por la calle, silenciosas, fugaces, sobre las plumas de los cojines, en el interior de un automóvil .

Algunos de ellos, estaban adornados con jarrones y flores de tela. Recuerdo haberlos visto en el garaje de Gori, aquellos ramos, descoloridos y polvorientos, con el paso del tiempo soportados en jarros de cristal y otros de cerámica recordándome los que colgaban junto a las lápidas del cementerio.

Ya se que no viene a cuento, ya que nada tienen que ver, los coches con el campo santo, pero aprovecho este pequeño flash de mi memoria, para incorporar una curiosidad que, a buen seguro, a la familia del señor Otto, el alemán como le llamaban, ejecutó y aun perdura.

Se trata de las barreras de forja de nuestro cementerio mahonés, hechas por aquel hombre tan querido y apreciado por tantísimas gentes, por su manera de ser, entre ellos mi padre, ferviente admirador suyo.

Sirviéndome de la presente, para mandar un saludo, a sus nietas Lina y Toñi, de las que me considero buena amiga. Añadiend9 que, una vez acabado el montaje de las rejas, fueron examinadas por los herreros que eran muchos, de este municipio, e incluso de otras poblaciones, que vinieron ex profeso, intentando buscar un detalle o algo que criticar, mas no pudieron hacerlo ya que el señor Otto, meticuloso y buen maestro había realizado un trabajo de dalt de tot. Como buen alemán, era preciso, al milímetro, muy meticuloso logrando una auténtica obra de arte. Es por ello que siempre me quejé y continuaré haciéndolo, criticando al ayuntamiento mahonés, que llevó a cabo el Polígono y no tuvo el detalle de llamar a sus calles, con los nombres de los grandes maestros que aquí los hubo y molt bons, que careciendo de herramientas y materiales fueron auténticos ingenieros industriales ya que para adquirir tal titulación, si son bons no precisan diploma alguno, o son o no son.

Continuando con el trabajo que me ocupa, del anecdotario automovilístico de los años veinte en nuestra isla decir, que el taxímetro, al igual que los taxis, fue un autentico desgavell. Como es lógico, primero lo fue en los Estados Unidos, París e Italia.

Aquel contador especial, que incorporaron los coches de alquiler indicando el precio devengado en función del kilometraje, de la tarifa de alquiler según el tiempo transcurrido. No fue del agrado de todos y mucho menos de las compañías de automóviles que se habían ido formando, si bien estos habían hecho lo mismo a los carruajes llamados Simones, los innovadores taxis representaron una competencia, mala de ruagar.

Deduzco, que lo que debió suceder fue lo siguiente: Hoy la gente se dedica hacer largas caminatas y recorridos a pie, por gusto, pero antes se hacían por necesidad, por carecer de medios, viéndose precisados, de ir y venir a pie.

Los de mi edad, hemos visto a nuestros padres y familiares que al ir por la carretera y encontrarse algún caminante, se paraban preguntándole… "¿A on va… que vol pujar?" Y así lo hacían, subían al coche hasta donde les interesara, siempre que fuera la misma ruta.

Así debió empezar la cosa. Algún espabilado que siempre los hubo y los habrá, debió pensar… es justo que pague algo por el servicio.

No es extraño, que los automóviles de asistencia particular, se denominaran "taxis". Precisamente fue Francisco de Taxis de familia originaria de Bergamo (Italia) el que monopolizó el servicio postal español, un descendiente suyo fue el último miembro nombrado correo mayor y los conductores de coches dedicados a aquel medio de transporte creyeron oportuno llamarse tal cual.

En cuanto al color, negro y amarillo, utilizado por los taxis catalanes, es posible que continuaran tal cual aparecieron en el mercado, los Fiats-Obus en 1911 con motivo de la feria del Olimpia presentada en Londres. Si bien, la primera remesa que llegó a la isla en 1910 de los Panhard-Levassor de 40 HP, especiales para transportar pasajeros, llegaron con estos dos colores. Amarillo la parte de baix y la superior en negro. Fueron muy cómodos, incluso podían llevar equipaje en lo alto del mismo, ruedas macizas y aire acondicionado durante todo el año, según el mecánico de la motora, explicaba, que se les conocía, per es cotxos refradadissos. En la parte delantera, no disponían de puertas laterales.

Fue el de ayer un día de sensible automovilismo que empezó de una manera terrible y que luego resultó trágico.

A las ocho de la mañana, el colono del predio de Matxani Nou, don Antonio Sintes Pons de cincuenta y siete años guiaba su carretón al que estaba unida una caballería joven y fogosa y se dirigían hacia Alayor. Al cruzar el camino de Algendar, en una vuelta, encontró un auto que fue motivo de espanto para la bestia sin que bastara a calmarla la disminución de velocidad y demás precauciones, para más asegurarla y para tenerla de las riendas, bajó a tierra el conductor, cada vez mas excitada la caballería, llegó un momento que el payés no pudo retener las riendas y agotadas las fuerzas hubo de soltarlas, cayendo de bruces bajo las ruedas que lo arrollaron, siendo conducido a San Clemente por el propietario del auto, Pedro Villalonga, que por allí se encontraba, siendo auxiliado por el doctor Andreu, el cual nada pudo hacer por salvarle la vida.

Otro grave accidente, se produjo a primera hora de la noche de un frío día de marzo junto al fielato de la carretera de Ciudadela a la entrada de Mahón. Un automóvil atropelló a un transeunte que regresaba del campo. Debido a que otro automóvil que en dirección contraria se hallaba parado a corta distancia del fielato, tenía los faros encendidos, lo que deslumbró al conductor que entraba en la ciudad. Gracias a una rápida maniobra de éste no ocurrió una catástrofe, del cual salió el peatón con el traje hecho una calamidad de polvo y alguna rotura, el cuerpo magullado, pequeñas erosiones en el brazo y en la pierna derecha y contusión en el mismo costado, que por el momento le obligan a guardar cama.

El caso de abuso de los faros de los automóviles ocurre con sobrada frecuencia, a pesar de todas las instrucciones y ordenanzas dictadas.

A las cinco del mismo día, en la avenida de Clavé, carretera de San Luis, un auto se precipitó dentro de la cuneta y se averió un tanto.

Por aquellas mismas fechas, el señor Orfila de la calle de San Fernando 23, publicaba en la prensa que disponía de un Sidecart marca Harley Davidson 7 HP, para vender o cambiar por motocicletas.

Junto a la misma publicidad, se recordaba que en la calle de Hannnover 31, la casa de comidas Cladera, disponía de un excelente surtido.

Mientras se ponía en conocimiento de la distinguida clientela y público en general, que en el café de Sa Punta Casa Cuera, los sábados, domingos y lunes a partir del dieciséis del corriente, se servirán las exquisitas turnelles especialidad de la casa.

En Hijos de Juan Sintes de la calle Nueva, se despachaba los lubrificantes Silkoil y tipo Monopolio.

La alcaldía de Mahón, notificaba había multado con cinco pesetas a don Gabriel Lozano por conducir de noche un automóvil con la luz posterior apagada. Y otra de diez a don Juan Escandell, por conducir a excesiva velocidad por la calle de Pi y Margall, salpicando a los transeúntes y con el farol posterior apagado. Otras diez pesetas de sanción a doña María Borras de la calle de Cifuentes 66, por echar aguas sucias en la vía pública.

Mientras que a las señoras que vestían de habito, se les permitió viajar en auto, siempre y cuando, no se hiciese uso de paseos o excursiones.