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El traspaso de competencias a los consells que tan ardua batalla suele generar y que centró buena parte del debate de la reforma estatutaria puede encontrar en la crisis una excelente oportunidad. El presidente Antich, en el paquete de medidas de ahorro presentado el martes, abogaba por pactar fórmulas de transferencia de competencias a los entes insulares para "eliminar duplicidades" y reducir gastos. La reflexión surge como consecuencia de un momento de apuro cuando habría de ser un criterio de aplicación general en la política balear por cuanto responde a los principios elementales de economía y proximidad que han de regir la buena administración. Las circunstancias actuales no hacen sino reforzar las razones y acelerar un proceso que se ha quedado dormido en la comodidad de la rutina institucional y la distensión de gobiernos amigos. El propio jefe del Ejecutivo balear reconoce duplicidades que encarecen y obstaculizan el buen servicio público y que ponen complejidad donde se pide agilidad, simplificación y, ahora más que nunca, austeridad. El Consell de Menorca ha de aprovechar esa oportunidad y convertirse en el verdadero órgano político de la Isla desempeñando el papel que todavía hoy asume en buena parte el Govern.