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Se acerca la noche de "Sant Joan". Ya lo habían anunciado. Unos jóvenes muy majos que se conocieron por estas fechas en tierras catalanas y que decidieron navegar hasta Menorca para vivir mediterráneamente durante unos días. Aquí se acaban enamorando, la chica es muy guapa (parece una modelo) y al final se besan. Bueno, no sé porqué, me han entrado unas ganas terribles de beberme una cerveza.

El sistema capitalista, del que ha vivido la humanidad (una pequeña parte, muy bien, por cierto) durante los últimos siglos, puede morir de éxito. Su colapso por agotamiento, es decir, por la imposibilidad de crecer ilimitadamente dentro de un mundo frágil y de recursos limitados, nos plantea un reto colosal. Del desconcierto inicial, hemos pasado a las crecientes dudas sobre el inmediato futuro.

- Eres muy teórico – me acusó el otro día un viejo conocido.

- La verdad es que no me gusta proponer soluciones sin saber cual es el problema.

Algún especialista en Economía, nos dice que lo que está cambiando sin remedio, es el sistema de producción. (Véase el libro de Santiago Niño Becerra, titulado: "El crash del 2010"). Ya ha ocurrido otras veces en el pasado. Lo raro es encontrar algo que sea "para siempre". Si la crisis es sistémica, como afirma el autor, los cambios que vienen van a ser palpables muy pronto.

Como lo nuevo todavía no existe, hay que inventarlo. No partir de cero, sino superar lo anterior. Y puestos a imaginar, ¿Por qué no construimos un sistema, mejor que el que hemos recibido? No sólo crecer en bienestar, sino repartirlo mejor entre todos. ¿Puede la crisis traer un renacimiento? Hará falta creatividad, eso sí. No valen las copias ni las soluciones anteriores. ¿Qué pasará? ¿De qué manera? ¿Cómo tenemos que vivir, a partir de ahora? Todas las respuestas, cantaría Bob Dylan, están escritas en el viento…
Se acaban los tiempos de "cada uno a lo suyo", donde quién más, quién menos, se refugiaba en "la república independiente de su casa". O nos unimos o nos hundimos.
Necesitamos un liderazgo (europeo) que tenga claras las prioridades.

Y, sobre todo, los valores. Porque la política, es una actividad noble y necesaria, aunque tenga tan mala prensa. Será preciso limpiar su buen nombre, que algunos han arrastrado por el lodo. Los partidos políticos, con sus campañas de marketing pre-electoral y sus programas para todos los públicos, nos volverán a decir eso de: "Busque, compare, y si encuentra algo mejor…vótelo". Pero la responsabilidad es y será de todos.

Me pregunto si para salir del difícil atolladero en el que estamos metidos, es aconsejable ser rígido, inflexible y estático. Resistir como un roble, aferrarse a lo ya conocido, tener miedo frente a los cambios inevitables…o abandonar el inmovilismo y, como solía decir aquel famoso karateca, en un anuncio de la tele: "Be water, my friend"