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Una de las creaciones humanas que más han cambiado los hábitos sociales ha sido el automóvil. La mayoría nos movemos bastante horas - a veces rozando la exageración- sobre cuatro ruedas. Pero el coche ha influido o condicionado también el diseño de las zonas urbanas y de las infraestructuras viarias, se ha convertido en un problema medioambiental y en una máquina peligrosa si no se utiliza correctamente. Para unos es la joya del progreso para otros un artefacto del diablo.

En Es Migjorn se revivió ayer por la tarde y con especial entusiasmo la ya centenaria tradición de bendición de vehículos a motor (sean de cuatro, tres o dos ruedas). Hace un siglo causaban sensación y aventuraban un futuro de progreso. Hoy en la sección "Crónica de 1910" queda constancia del aprecio que se tenían a "estas máquinas modernas, que hacen desaparecer las distancias y unen más a los pueblos en todas sus relaciones sociales".

Horas antes de la concentración automovilística en Es Migjorn, en Ferreries se festejaba que las caravanas de motor dejarán de pasar por el pueblo gracias a la variante (ya veremos si se cumple el plazo de dos años).

Para bien o para mal el coche forma parte de nuestras vidas. La clave está en que nosotros lo dominemos, no que lo haga él.