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El daño es ya irreparable y el dolor de la familia de los dos ciclistas y de sus compañeros, indescriptible. Sin alivio, por la sensación de injusticia. Un accidente es imprevisible pero es necesario adoptar todas las medidas posibles para reducir el riesgo. Es necesario hacer una llamada a la responsabilidad de los conductores, especialmente a los que deciden coger el volante cuando no se encuentran en condiciones, por cansancio o por consumo de alcohol o de cualquier otro tipo de sustancias. No debemos emitir un juicio previo a la investigación sobre el conductor del coche que provocó el accidente mortal, sin embargo es cierto que algunas personas ponen en peligro su vida y la de otros cuando conducen sin las facultades para el control del vehículo. También es evidente que los controles policiales en las carreteras son necesarios en todas las fiestas patronales y los fines de semana. La policía debe disponer de más medios para llevar a cabo los controles, incluyendo la posibilidad de realizar pruebas por el consumo de estupefacientes. Esta es la cuestión más importante a raíz del accidente del domingo. No hay que buscar culpables por el diseño de las carreteras. Y hay que afirmar la inocencia de los ciclistas.