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Fiel al guión establecido, el ministro Blanco viajó a Palma a presentar a Antich y sus muchachos y muchachas que forman el cartel electoral. Se había encargado de transmitir unos días antes que lo de los descuentos estaba resuelto y había eliminado la hostilidad del ambiente. Como acto político, era cuestión de mostrarse ocurrente a costa del adversario y de la patronal, en este caso de la patronal de la aviación, dando la vuelta convenientemente a sus argumentos sobre el coste del transporte aéreo. Mantuvo el tic a buen tono y dijo que no podía tolerarse que costara menos viajar de Palma a la Unión Soviética (en la noticia, los periodistas pusieron Rusia entre paréntesis) que de Palma a Madrid. En un contexto de mitin quedó divertido, reaparecen aquellos ideales sobre el estado marxista y se echa la culpa de los problemas a otros, a los de siempre. Hizo una faena lucida en general, fue muy aplaudido. Al cabo de una semana se presentaron los presupuestos generales del Estado y de la previsión para el transporte aéreo balear han desaparecido diez millones de euros. Se garantiza que se mantiene el descuento del 50 por ciento el año que viene, pero se recorta la partida, se cumple el anuncio de austeridad del ministro y volvemos a quedar con un ala en falso. El bombero torero no mata el bicho, le da unos pases, unas piruetas, recoge la ovación pero le deja vivo.