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El presidente del gobierno no debe de haber oído nunca aquello de que "por la boca muere el pez", o que uno es "el dueño de lo que calla y el esclavo de lo que dice", o "por lo que no se ha dicho, a nadie le hicieron pleito".

Recuerdo cuando las elecciones alemanas, que el presidente vaticinó un quebranto electoral para Angela Merkel. Más le valdría haberse callado. Otro día dijo que nuestra economía estaba en la champions league de las más saneadas economías y ahora, hace unos días, ante las primarias socialistas, va y se pronuncia a favor de Trinidad Jiménez, en claro detrimento de Tomás Gómez. ¡Pero, señor Presidente!, ¿cómo estos desatinos? Usted es Secretario General del Partido Socialista, y por ende, Presidente del Gobierno, con lo cual, pronunciarse públicamente a favor de cualquier candidato/ta es, además de una falta de ética, una absurda imprudencia. Como secretario general de su partido estaba usted obligado a ser exquisitamente neutral. Y además, fíjese en las consecuencias, le ha dado usted a la oposición "munición" con que seguir bombardeando su credibilidad, ahora dentro de su propio partido. El PP no habla para nada del fracaso de Trinidad Jiménez, no es su objetivo. Hablan del fracaso de Rodríguez Zapatero, ése sí es su objetivo, y hacen bien, porque es lícito que la oposición le señale a usted sus equivocaciones. Unas elecciones primarias, para que sea la base quien elija a quien debe encabezar una lista electoral, qué duda cabe, es un sano ejercicio de democracia interna de un partido político y no como esos otros líderes que nombran a dedo a sus sucesores en un vergonzoso ejercicio dictatorial, hoy por hoy decimonónico. Para lo contrario están las elecciones primarias, pero si se hacen mal es peor que no hacerlas porque dejan al descubierto intereses arropados de una democracia descafeinada.

Los que saben de estas cosas dicen que por estos pagos, las elecciones primarias las carga el diablo. Visto lo visto, concluyo que dicen bien. En cualquier caso, las elecciones primarias deberían estar pensadas como una forma habitual para que sean los propios afiliados, las bases de un partido, quienes presenten y elijan a las personas idóneas para encabezar más tarde las elecciones a las que se concurra, teniendo asumido que después de esas elecciones de ámbito casero, todo el partido debe arropar sin fisuras a los elegidos. Si por el contrario lo que sucede es que la parte que ve que no ha salido quien pretendía, se desliga de apoyar a quien ganó las elecciones, puede ser peor el remedio que la enfermedad, y eso sucede cuando no se tiene bien entrenado el sentido democrático interno. Deberíamos mirar el ejemplo de las primarias entre el señor Obama y la señora Clinton, doña Hilary. De lo primero que hizo Obama, fue darle el cargo que le ha dado a quien fue su encarnizado contrincante político dentro de su mismo partido. De manera que así se anularon las discrepancias, que por cierto no fueron ni pocas ni pequeñas.

El error de Zapatero fue demostrar una tendencia hacia uno de los dos, Jiménez-Gómez. Si hubiera ganado Trinidad, le habrían echado en cara que era la elegida por el presidente, a la vez que secretario del partido. Habrían dicho también que ésta contó con el aparato del estado y el aparato del partido. Eso, como es lógico, desnaturaliza la necesaria limpieza de unas primarias. Pero como ha perdido, también se saca la oportuna "tajada", viniendo a decir que quien ha perdido es Zapatero, porque los hay que no están dispuestos a dar "puntadas sin hilo". Y como la imprudencia verbal de Zapatero les ha dado hilo y aguja, no debe extrañarse de la situación que se ha creado. La oposición, a fin de cuentas, lo que hace es echar toda la leña posible a la hoguera. Y entre unas cosas y otras, la hoguera está dejando al señor Zapatero ya muy quemado. Y hay que decir que mucha de esa leña no la ha puesto en la hoguera la oposición, sino el mismísimo presidente en una incomprensible actitud de chamuscarse a lo bonzo. Cuesta mucho entender cómo con esa cantidad de asesores agavillados en defensa de las actitudes zapateriles, no figura ningún bombero y sí, al parecer, algunos pirómanos. Eso, o es que este hombre va por libre, sin pararse a considerar las consejas de aquellos que cobran por velar para que al presidente no le aflijan estas quiebras tan inoportunas como inexplicables.