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Ha bastado una crisis para poner a prueba la endeblez del armazón que sujeta el extraño edificio del euro como moneda única. En puridad, una torre de babel construida deprisa y corriendo, con ladrillos diferentes amasados con los caudales de cada cual.

Grecia abrió el melón, ahora es Irlanda, mañana quizá Portugal…Mientras tanto España, con vértigo bursátil haciendo de funambulista.

Dicen quienes saben de estas cosas que "donde no hay harina todo es mohína". Zapatero se vio obligado a cambiar medio gobierno. Sarkozy hace otro tanto y Berlusconi también. Los tres más o menos en las mismas fechas. Los motivos se presentan como distintos, pero en el fondo la causa es la misma: un paro descomunal, una deuda galopante y una economía asustada con una desconfianza tan generalizada que, de no ponerle pronto remedio, puede hacer saltar por los aires la moneda única, el euro.

Portugal ha lanzado el primer aviso, si no les funciona el pacto entre los socialistas de José Sócrates y el principal grupo de la oposición, el Partido Socialdemócrata, la economía lusitana podría verse obligada a salir del club del euro, han manifestado. Por otro lado, ya hemos visto como algunos jefes de estado, viendo su popularidad por los suelos a causa de las dolorosas decisiones que han tenido que tomar por culpa de la crisis, como último cartucho les han puesto caras nuevas a sus gobiernos, pero esa no es la solución (ojalá que lo fuera). El problema tiene alguna de sus profundas raíces en las grandes diferencias entre un país y otro. Fíjense en Francia, llevan entre 7 y 9 huelgas generales por culpa de la edad de jubilación, que de los 60 años la ha puesto el gobierno en 62. Mientras nosotros, en España, a trompicones y tras larguísimas reflexiones, hicimos una huelga general…bueno, casi general. Y todo porque el gobierno pretende que en vez de jubilarnos a los 65 nos jubilemos a los 67, exactamente un lustro más tarde que en Francia. ¿Se puede con estas profundas diferencias tener una moneda única? Pues mire usted, no. So pena que para ello un país tenga que estar sometido a trabajos forzados (no me queda más remedio que decirlo así) mientras otros llevarán cinco años tomando el sol en la Riviera francesa. Por otro lado, si lo único que hacemos es mirarnos el ombligo, concluiremos que el euro a los españoles no les ha supuesto ningún beneficio, más bien todo lo contrario y es que en puridad es difícil reciclar las costumbres para concluir que un euro no es un duro, si no trece duros. Con esta verdad mal asumida, a más de un ama de casa se le pone la cesta de la compra cuesta arriba y el paisano que pasa a un bar y se toma un simple café (casi todos vienen cobrando más del euro pero aun suponiendo que cobrasen un euro), el cafelito le saldrá a 165 pesetas. Si nos tomamos dos cafés al día, que tampoco es ninguna barbaridad, a un simple euro el café, habremos pulido 330 pesetas. Y a la semana, 2.310. De manera que con estas matemáticas tenemos que darnos cuenta que no es moco de pavo gastarse más de 2000 pesetas semanales por el simple ejercicio de tomar dos cafés diarios, y eso si tenemos suerte y encontramos un bar que nos lo cobre a un euro.

Al euro, además, le ha caído encima como una losa lo de la crisis, que unido a unas alegrías bancarias inconcebibles, han terminado por obligar a los gobiernos a salir en su ayuda con dinero público de aquellos que se han enriquecido sin ningún pudor, que eso es lo que le pasa ahora a Irlanda, un problema que emana de los miles de millones con los que se ha endeudado el gobierno para salvar de la quiebra a su sistema bancario. Al final, pagando las alegrías, las incapacidades de unos pocos, los de siempre.

Para ver con que alegría han vivido algunos y viven a pesar de la crisis, no hace falta ir a Irlanda. Aquí tenemos personajes que cobran al año 10 millones de euros y que cuando se jubilan, les engordan su abultada cuenta nada más y nada menos que con más de 85 millones.- Y eso no sería, con ser malo, lo que acaba por arruinar a un poderoso banco. Lo demencial ha sido los productos basura, la manifiesta incapacidad de economistas fracasados, el increíble egoísmo por ganar cuanto antes más que el banco rival, permitiendo y propiciando operaciones bursátiles, hipotecas bancarias, maniobras económicas de una colosal envergadura en manos y cabezas de verdaderos incapaces sin prever las consecuencias. Consecuencias que, en cuestión de meses, han dejado la salud bancaria en la que algunos individuos se han enriquecido, en la UVI, en los estertores previos a la quiebra, obligando a los gobiernos de muchos países a desembolsar enormes cantidades de dinero, en algunos casos incluso endeudándose con un dinero que no tenían y que ahora no pueden hacer frente a esa deuda.

¿Quiénes son los culpables de esta situación? En mi opinión y en primer lugar, los políticos, que han permitido lo que estaba en su mano haber vigilado y en su caso haber prohibido. En segundo lugar algunos bancos en su galopante ejercicio de ganar cada vez más, han ideado productos basura que ahora les asfixian. ¿Cuántos detenidos hay por esos desmanes?, ¿cuántos están en la cárcel?, ¿quiénes van a pagar las consecuencias?, ¿ustedes también se hacen estas preguntas? ¡¡¡Ah!!! Menos mal, es que al pronto pensé si lo mío no sería una alergia por ver así las cosas, un cólico miserere, unas fiebres, un mal sueño, una pesadilla, pero qué va…qué va…qué va.