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El sindicato Unió de Pagesos ha vuelto a llamar la atención sobre las condiciones de la actividad agraria menorquina, el precio de la leche que se paga a los proveedores es el más bajo de España, "somos los últimos de los últimos", según la certera expresión empleada por esta organización. El campo arrastra una pérdida progresiva de beneficios hasta el punto de que su viabilidad está en manos de la ayudas oficiales, se ha transformado en una economía subvencionada que causa insatisfacción a los propios productores más que a nadie. Sin embargo, por razones de conservación medioambiental y laborales, por tradición y equilibrio y por constituir la base de una importante industria agroalimentaria constituye un sector de indudable interés –más de 400 explotaciones se distribuyen todavía por la Isla– que requiere análisis y medidas que garanticen algo más que su supervivencia. Más de veinte años después de la entrada en el gran mercado europeo, ni la política agraria común ni la libre competencia ni la renovación de las grandes empresas que operan en el mercado insular han logrado una mejora en el rendimiento económico del agro menorquín, cuya renta ha empeorado de forma progresiva hasta alcanzar su alarmante estado actual.