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Es mucho más difícil aprender a callar que aprender a hablar.
José Mª Pons Muñoz

Con los americanos la capacidad de asombro se me hace infinita. Ahora toca ese magma, ese albañal, ese légamo pegajoso, hediondo de las revelaciones a los cuatro vientos, aventadas por Wikileaks, donde el mundo se está enterando, asombrado, de revelaciones que ni la mente más calenturienta podría urdir. Asuntos que deberían poner la cara al rojo vivo a quienes les quede capacidad para reconocer las barbaridades en las que según esos documentos habrían participado, directa o indirectamente.

Si fuera verdad que los diplomáticos americanos recibieron en tiempos de Bush, y ahora con Obama, "el encargo del Departamento de Estado de recopilar información personal sobre los políticos extranjeros con los que establecían contactos", pues ya me dirán ustedes si eso es o no es como para fiarse. Pero eso, con ser grave, sería casi lo de menos. Según informaba El País, lunes 29 de noviembre último, 250.000 documentos calificados como secretos, han sido revelados, y en esas revelaciones figuran los planes sobre los conflictos en los que EEUU ha estado y sigue estando envuelto, además de opiniones, digamos, bastante deplorables sobre mandatarios extranjeros. Por ejemplo, sobre la señora Kirchner: "Washington solicitó información sobre la salud mental de la presidenta argentina". Informes confidenciales sobre el Rey de España, Zapatero, Rajoy, Felipe González, Aznar, ministros, jueces, empresarios, etc., todos estos de España según informa en la portada el ya nombrado periódico. ¡Hombre! No me digan que estas cosas son ni medio normales.

Cómo es posible que alguien pueda tener en su poder 250.000 documentos secretos (menos mal que eran secretos) aventados como la paja en la era, que no son precisamente lo que pudiéramos decir una mera anécdota, un desliz de un diplomático. Es algo mucho más serio, mucho más grave, donde además aparecen asuntos tan lamentables como lo de Guantánamo y las torturas que allí se han llevado a cabo.

Antes que seguir desmenuzando las barbaridades que anuncian los documentos que ahora airea Wikileaks, me golpea insistente el sentido común una interrogante: ¿por qué ha elegido el Wikileaks sólo cinco periódicos a lo largo y ancho del mundo informativo para que publiquen todo este mare magnum urbi et orbe? En España sólo a El País le ha tocado "la lotería" informativa de informar sobre esa carretada de documentación que uno, en sus ignorancias, desde siempre pensó que estas y otras cosas suceden, sí, desgraciadamente sí que suceden, pero que luego la administración americana tiene prudencia y tecnología para guardar bajo siete llaves. Pero ya se me aclara que no y además queda al descubierto la fragilidad de poder divulgar material sensible. En cualquier caso, frente a este problema, si no se tuviera el servilismo que el resto del mundo le rinde a EEUU, el conflicto diplomático con aquel país, sería de los que pasarían a los anales de la historia, porque lo que se dice en lo ya publicado por El País no son precisamente "pelos de cochino", una nadería, un "mucho ruido y pocas nueces", un "ni fu ni fa".

La señora Clinton, doña Hillary, declaraba el lunes día 29 de noviembre último: "No es un ataque a la política exterior de EEUU sino un ataque a la comunidad internacional". Sí señora…mire usted, pero permítame alguna pregunta y déjeme que la sazone de discrepancia: a ustedes, sí, a ustedes señora, es a quienes les han birlado todo ese material, incluso, según un tal Mahmud Ahmadineyad, a la sazón presidente iraní, supongo que le suena, dijo hace unos días: "Algún departamento del gobierno estadounidense produjo esos documentos", y añadió que "su difusión persigue objetivos políticos".

Cualquiera sabe en este mundo tan corrompido de intereses inconfesables lo que es verdad y lo que no. Lo que ya es incuestionable es el volumen, la cantidad de documentación sustraída y lo que se dice en ella. Por ejemplo que el rey Abdulá de Arabia Saudita, el día 5 de marzo de 2009, en Riad, ante John Brennan, asesor anti terrorista de EEUU y Clint Williamson, encargado de la oficina de crímenes de guerra y embajador de EEUU más el embajador en Arabia Saudita, Ford M. Fraker, propuso que a los presos liberados, (imagino que se refería a los de Guantánamo), "se les implante un chip electrónico que permitiera rastrear sus movimientos por Bluetooth, algo que ya se hace con halcones y caballos". Qué quieren que les diga, me quedo atónito, podría decirlo de otra manera porque ante estas cosas tampoco tengo que forzar la imaginación para encontrar palabras para describir semejante deseo en el intelecto de un rey del siglo XXI.

Hacen falta varios artículos para repasar uno por uno lo que El País ya ha publicado sobre este asunto para dar una opinión pormenorizada. De momento, simplemente déjenme decirles que uno, que ya creía estar de vuelta, acaba de caer en la cuenta que en el camino por desbrozar de la puñetera política, estoy cierto si digo que apenas debo de haber dado un primer paso, a tenor de cómo se está poniendo el patio.