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No lo puedo evitar. Desde el Diario Menorca he seguido con intensidad y un cierto morbo, pues estas noticias muchas veces se publican con ese fin encubierto, la desgraciada despedida del niño César. Demasiado se estira la noticia sin que aparezca un mensaje en positivo, sin que se hable de alternativas. Noto a faltar una reflexión, alguna referencia a la ética, creo que se necesita humanizar.

Como lectora me quedo petrificada ante esta noticia. No considero que tenga una mente perturbada, pero si otra persona la lee, en el subconsciente queda. Y si ese posible lector por motivos reales se queda sin trabajo, además no encuentra y tiene que dar de comer a tres bocas más ¿le podía traicionar el subconsciente? Esperemos que no. Recemos para que no. Pero ¿y si pasa?, volveremos a dar la noticia con pelos y señales, y a decir qué horror de madre, o padre cómo pudo hacer eso. Y así una y otra vez martilleando las penurias humanas, ¡que no les quito hierro! pero a mí también me gusta que me martilleen los medios de comunicación como la administración pública con opciones positivas, ¿o es que vende menos? Me pregunto ¿qué podía haber hecho esta madre antes de lo macabro? Quizás pedir ayuda a un psicólogo, psiquiatra. Saber que un niño tiene unos derechos y que no es más madre quien lo pare sino quien lo cría. Podía haberlo dado en adopción, o que hubiera estado tutelado por una familia estructurada. Pero claro, esto lo haría una persona en sus cabales, en sus plenas facultades. Pero no olvidemos que hay gente sin recursos, sin familia, o de familias desestructuradas, donde la vida puede ser que les importe un pimiento, donde quieren ser felices sin pensar en las consecuencias. Como periodista no puedo evitar sentirme en la obligación de alentar a los medios y a las administraciones que tenemos el deber de llegar a esas personas, de bombardear en los medios la humanización de estos actos vandálicos, espeluznantes. Pero parece que eso vende más, es como cuando ocurre un accidente en carretera produciéndose un tráfico injustificado sólo porque los conductores pasan despacio al lado del desgraciado suceso para husmear entre las cenizas y ver de cerca qué ha pasado, dónde está el muerto y cuándo el conductor llegue a su destino poder chismorrear con el resto de sus familiares, o con algún trabajador de la recepción de un hotel.

El ser humano es morboso, es curioso por naturaleza. Pero démosle al coco, no nos quedemos en el dintel de la puerta, ¡entremos! Con esto no exculpo de presunta culpa a la madre de César, como a otras presuntas madres o padres. O presuntos maltratadores, o maltratadoras. Ahí está su responsabilidad personal.

Pero la sociedad también recoge lo que siembra. Hagamos anuncios donde un hombre y una mujer se amen, se acaricien y menos tarjetas rojas. Es la ley de lo prohibido, cuanto más me restrinjas mi libertad más haré lo que me salga de las narices.

César como muchos otros niños, hombres, mujeres, niñas, bebés tendrían otras opciones en la vida pero a los medios y a las administraciones no les interesa hablar en positivo, en humanizar los sucesos, como una terapia social y preventiva, porque da menos dinero.

Es justo contar lo que pasó. Pero también es justo plantearse y ofrecer a la sociedad la humanización. "Soy madre pero quiero vivir sin cargas", no es malo pensar eso puedes darle soluciones positivas a ti, y a tu hijo. Hay centros mentales, hay instituciones, hay familias que desearían haber tenido a César, pero antes la sociedad debe enseñar a esa supuesta madre que es terriblemente injusto arrebatar o dañar una vida que no es tuya, que tiene nombre propio, y además la has parido (como tampoco es tuya la vida de tu propia esposa, o marido, o…), y que hay otras opciones en la vida a la que se puede acoger una persona desesperada.

¿Dónde están esos mensajes, dónde están esas personas para el "antes de"? Cuando ya se ha consumado el hecho, pues habría de servir para evitar que se produzca otra vez. Porque no quiero más víctimas inocentes.

Realmente esta sociedad asusta: egoísta, egocéntrica, todo por el todo, prisas. ¿Y el amor?, ¿y el pensar en nosotros? ¿y en los demás? Quiérete a ti mismo, y querrás a los demás. No exhibamos tanto las miserias humanas, y si lo hacemos que siempre vaya con el mensaje o la respuesta de un experto (un psicólogo, un psiquiatra, un sacerdote, un abogado, una madre, unos padres). No seamos hipócritas y pasemos página ¡mojémonos en lo sencillo!, educar desde el amor, desde la humanización.

Hubo un tiempo que existió un hombre llamado Jesús que le hablaba al loco y al cuerdo, y que a los dos humanizaba. Él no invento si estaba bien o mal los actos que acometemos (lo inventaron otros). Él razonaba, amaba por encima de todas las cosas. Le daba sentido. Que este último párrafo no se interprete como religión sino como humanidad. Que no enturbie las palabras, ni el mensaje porque ese 'Jesús' también puedes ser tú: María, Felipe, Pelayo, Sandra, Nito, Joana.

Estoy segura que si Jesús existiera (como alguno de nosotros) daría soluciones, se arrancaría las venas por mejorar este mundo. A mí desde luego me hierve la sangre en estos asuntos escabrosos donde se habla al detalle sin dar la otra opción humanizadora. Vayamos a la esencia: que es el amor, el respeto y la libertad. César se podía haber salvado.

Terminar dando la enhorabuena al Diario Menorca por haber defendido la intimidad del niño César, por haber preservado su identidad. El derecho a la información pertenece a las personas, que con humanidad y sensibilidad no necesitan consumir estas noticias como una mera mercancía, sino dando importancia a la preservación de la inocencia.